domingo, 3 de abril de 2011

Canarias en la Literatura Universal

Julio Ramón Ribeyro y Canarias, te querré eternamente


Escritor peruano que nació en Lima el 31 de agosto de 1929 y murió, en su ciudad natal, el 4 de diciembre de 1994. Se preparó en Letras y Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Perú entre 1946 y 1952. Año, en el que obtuvo una beca del Instituto de Cultura Hispánica que le permitió viajar a España y continuó sus estudios en la Universidad Complutense de Madrid. En 1953 se trasladó a París donde realizó algunos cursos en La Sorbona. De 1955 a 1956 vivió en Múnich, después retornó a la capital francesa y de ahí a Amberes. 1958 es otro año de estadía en diferentes ciudades alemanas como Berlín, Hamburgo y Fráncfort. Realizó diversos y pocos remunerados oficios para ganarse la vida. De 1958 a 1960 impartió clases en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga en Ayacucho. Al comienzo de la década de los sesenta se instaló en París, ciudad en la que trabajó para France Press y de traductor de la UNESCO. El tabaco y el alcohol fueron sus grandes aliados y sus peores enemigos. El tabaco será el causante del cáncer que le detectaron en 1974 y por el que se sometió a largos tratamientos. Y que acabó con su vida unos días después de recibir el Premio Juan Rulfo.
Escribió novela, autobiografía, ensayo, teatro, aforismos, pero en lo que verdaderamente destacó fue en el cuento. Sus novelas más significativas son: Crónica de San Gabriel (1960), Los geniecillos dominicales (1965), Cambio de guardia (1976). Obras de teatro a destacar son: Vida y pasión del Santiago el pajarero (1970), Atusparia (1981). Sus diarios están reunidos en dos volúmenes bajo el título La tentación del fracaso. Ensayos como La caza sutil: ensayos y análisis de crítica literaria. Y su obra más extensa, los cuentos. La bibliografía de relatos cortos es amplia y variada y se agrupa en cuentos completos, antologías o varios cuentos reunidos, Los gallinazos sin plumas (1955), Cuentos de circunstancias (1958), Tras historias sublevantes (1964), La juventud en la otra ribera (1973), Sólo para fumadores (1987), La palabra en el mundo. Sus fuentes de inspiración hay que rastrearlas en Chejov y Maupassant. El universo literario de Ribeyro representa la clase media baja de Lima y sus entramadas vicisitudes, decadentes, anodinas, tediosos o del color de las nubes en otoño, tocados por la fatalidad y el fracaso e insertos en un entorno social. Menos popular y conocido que otros escritores contemporáneos del continente, él decidió no participar del denominado boom de la literatura hispanoamericana para preservar su peculiar relación con la escritura, para él la historia debía fluir como si nadie la hubiese creado, el autor no podía ser visto, su presencia no debía notarse. Defendió su independencia y anonimato más allá de coyunturas creativas. Enrique Vila Matas lo definió como naufrago de sí mismo, vivió en el temor de la obra perfecta mientras se preguntaba si tenía valor lo que escribía. Para muchos, entre los que se encuentra el escritor canario Víctor Álamo de la Rosa, es uno de los mejores cuentistas.


Te querré eternamente (1972) es un relato que navega por Canarias, atraca en el puerto de Santa Cruz de Tenerife y continúa el periplo de su desenlace hasta aguas de Panamá. Narra la historia de un hombre que regresa a América del Sur procedente de Europa con el cadáver de su amada, después de sobornar al capitán para llevar consigo el ataúd y más tarde alojarlo en su camarote. Una mujer que sube al barco en Tenerife cambiará su luto por un nuevo amor que culminará en boda en Panamá y el féretro terminará siendo arrojado al mar. El narrador es un pasajero que observa, investiga, interactúa con los personajes y obtiene la información y los datos que nos va relatando. Y elemento que los enlaza es el alcohol camuflado en cerveza, coñac o vino italiano. El profesor mejicano Juan José Barrientos señala: el ambiente carnavalesco de la Fiesta de Neptuno que tiene lugar a bordo y que en cierta forma se extiende a todo el cuento de Ribeyro, porque la vida se ve como una mascarada. Una tarde de invierno navegaba sigilosa por la lectura del cuento del autor peruano cuando vislumbré en el mar de sus palabras:


Fue en la víspera de llegar a las islas Canarias. Hacía calor, no podía conciliar el sueño y vistiéndome salí a dar una vuelta por estribor…


Imbuida en las peripecias del relato desde el sillón en una isla canaria, realizaba un viaje de ida y vuelta en apenas unas líneas. Pero cuando creí que me alejaba del Archipiélago atraqué de nuevo:


además en las Canarias, bajé al puerto y como cada vez que pisaba tierra me pareció mudar de piel, de preocupaciones e iniciar una existencia diferente…


Viajera del cuento de Ribeyro regresé a la nave:


Habían subido nuevos pasajeros en Tenerife, con los cuales era necesario definirse y armarlos u odiarlos por un cigarrillo ofrecido…


Dos nuevos personajes abordan la historia: la dama que ahogará a la amante muerta y el aceitunero andaluz que viajaba sin un fin concreto solo a ver cómo iban las colonias. Si aún no conoce a este escritor peruano debe acudir urgentemente a una librería o una biblioteca y conseguir un ejemplar de cualquiera de sus obras, se arrepentirá de no haberlo adquirido antes.


BARRIENTOS, J. J., Ribeyro y Petronio, en: Centro Virtual Cervantes. 1983. http://cvc.cervantes.es/obref/aih/pdf/08/aih_08_1_021.pdf

RIBEYRO, Julio Ramón, La palabra del mundo. Seix Barral. Barcelona. 2010

2 comentarios:

  1. Pues lo cierto que no le conocía, pero nos dejas un buen gusto en tu sinopsis e irremediablemente lo buscaré para leerlo.

    Un beso,

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  2. leelo y veras que no te arrepentiras.

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