domingo, 8 de mayo de 2011

Esquina a Corrientes*

La mirada que me observa desde el otro lado es la mía, la identifico aún después de sesenta años. Sin embargo, las facciones cinceladas por el punzón del tiempo, me resultan extrañas, ajenas a la imagen que guardo de mí. El pelo deslavazado y blanco como los Andes, en nada se parece a la melena rubia y abundante que desplegaba, hace tan sólo tres décadas, cuando sorteaba las mesas del Bielsa para alcanzar el rincón donde se encontraba Hugo, cebando mate. Ya no me reconozco en esos raíles de tranvía abandonado que flanquean mi entrecejo, ni en las líneas superpuestas, a modo de baldas, que suben desde mis cejas hasta el extremo norte de la frente. Ahí está la de mi hijo Fernando, y la de mi nena Florencia es sólo una ligera incisión, discreta como ella. En cambio la de Hugo, preside la parte alta de mi rostro, fue la primera en hendirse y permanecer grabada desde aquel diciembre de 1976. Es el único faro invisible que existe pero que está acá, en mi cara, buscándole permanentemente.
A veces, las dudas me cercan, actuando como cíngulos que amenazan con estrangularme ¿y, si como le ocurrió a mamá, la luz vigía se apaga?¿y si su enfermedad se quedó agazapada detrás de este espejo, en su azogue cruel, o bajo la cama, o en una gaveta de la cómoda o en el sillón en el que permaneció exiliada en su territorio de desmemoria?¿y si el mal se esconde para darme el zarpazo, tumbarme las palabras, suprimirlas, secuestrarme los recuerdos, los hijos, reducirme la vida entera a la nada? No, la muerte reciente de mamá aún me afecta. Acudo al living donde Raúl celebra un gol frente al televisor.



— ¿Boca gana a River? –pregunto-
— Sabés que juega Argentina con Nigeria en el Mundial de Sudáfrica –me contesta malhumorado-
— Voy a comprar harina para hacer una torta.
— ¿Harina? pero si tenés para exportar a todo el Uruguay.


Azúcar, eso es lo que quise decir, quizá me confundió el color. Sí. Salgo al portal y miro, como siempre, a un lado y a otro. Ando dos cuadras por Corrientes, me cercioro que nadie me sigue. Tropiezo con los espectadores que aguardan en filas para entrar a los teatros, me sobresalto porque no sé si me empujan o tiran de mí. Cruzo la avenida 18 de Julio. Siento un estremecimiento por todo el cuerpo. ¡No!, qué me ha pasado, es 9 de Julio ¿Será lógico que confunda las fechas? Desde que papá llegó a Buenos Aires en 1941, huyendo de la represión del General Franco, en la noche del diecisiete de ese mes siempre pedía a mamá que lo despertara la mañana del diecinueve. Y así fue hasta que Videla heló su corazón. ¿Tengo inoculado ya el mal del olvido?
Hugo, fiel a la tarde del sábado, atravieso la avenida Corrientes hasta la esquina con Scalabrini Ortiz, con Adiós Nonino desgranándose, nota a nota, en mi interior, y me arrincono en el portal donde me escondí cuando dos milicos te rodearon y te introdujeron en un auto. Sólo unos segundos y nuestros destinos quedaron seccionados. Portaba la documentación que papá tramitó para que nos fuéramos a España preocupado por el quilombo que se había organizado. Me esperabas al otro lado de la vera, vestido con una ramera roja en la que se leía cogito ergo sum. Levantaste la mano para saludarme pero ésta quedó suspendida a la altura del pienso y el por lo tanto existo desapareció al estacionar el Torino negro delante de ti. Yo temblaba aterida bajo la canícula de un diciembre feroz, percibiendo como un líquido tibio descendía por mis muslos.
Tal vez me creas maula por agazaparme en el conformismo para sobrevivir, pero el matrimonio con tu hermano Raúl me aportó dos hijos que se parecen a vos y aunque me entretuve en los cuidados de mamá, no he faltado los jueves a la cita con las Madres en Plaza de Mayo, ni he cejado en borrarte las siglas NN de no identificado. Puede parecer que sólo te espero y debés saber que si fuera posible ya hubiera levantado el lecho del Río de la Plata, o me hubiera sumergido en los fondos del Atlántico austral por si una piedra te retiene anclado en sus profundidades. Me banqué todos estos años para que vos regresaras acá y no permitiré que una herencia funesta destruya los puentes de mi memoria. Esta tarde me siento valiente y cruzaré la calle hacia donde tu ausencia fue presencia —nunca me atreví—. De repente una bocina y un chirriar de frenos, que no se detienen, me hacen girar la mirada y veo como el colectivo 168 viene a por mí. Extiendo la mano en tu dirección como si siempre hubieras estado ahí, parado; el ómnibus se abalanza, mis ojos se dilatan como dos claros en una noche de tormenta y siento, de pronto, que mi corazón se reduce a la angosta porción de un círculo fraccionado…




*Este relato ha sido publicado en la Revista Letralia, Tierra de Letras nº 252 (02/05/2011). Mi mayor agradecimiento a su editor Jorge Gómez Jiménez.

30 comentarios:

  1. Creo que no voy a tener muchas palabras para comentar éste relato.

    Tal vez las suficientes para decir que esos años oscuros y tenebrosos de Argentina quedarán grabados a fuego en el alma de todos nosotros.

    Nos has llevado de la mano por las calles de la angustia, sin embargo es narrado con una magnífica estética,calidad literaria y un singular desprendimiento que nos introduce en los laberintos de la memoria...ésa que queda frágil y asustadiza por mucho tiempo.

    Felicitaciones querida Felicidad.

    Un abrazo inmenso.

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  2. Estoy muy emocionada. Este relato es fabuloso. Todo me es tan familiar, todo, todo, todo y cada palabra.
    Por supuesto te lo iban a publicar: si sos una genia!

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  3. Hermoso, conmovedor relato. Muy buena la confusión entre la harina y el azúcar así como la otra-para mí mejor- entre la 18 y la 9 de julio: como bien decía Borges, las fechas son para el olvido. Y que en la cabeza de un personaje, Montevideo y Buenos Aires se entrecrucen lo vuelve vívidamente documental.

    Un documental de la vida privada y ´pública de los argentinos.Me has hecho acordar de una novela de Antonio di Benedetto, Hay unos tipos abajo, que transcurre durante el mundial '78 y en la zona del Bajo: es el mismo clima opresivo, en que lo siniestro te puede aparecer a la vuelta de la esquina.

    Qué espanto, escapar de Franco para terminar recalando en Videla años más tarde;en fin,la historia tiene esos saltos involutivos.

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  4. Felicidad,tu relato me ha emocionado,no sólo por la consciencia de los límites,que rebela la protagonista con verdadero encanto,sino por la tremenda historia vivida,en la que las garras del autoritarismo han dejado huella...Esa esperanza desesperanzada de las madres de la plaza de Mayo,su constancia,su sinvivir y su reto por encima del tiempo.
    Una maravilla,que me ha llegado muy adentro.
    Mi felicitación y mi abrazo muy grande,amiga.
    FELIZ SEMANA QUE EMPIEZA.
    M.Jesús

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  5. En verdad sobrecogedor. Por un lado hermoso, y por otro... no sé... ¡pues eso!, como decía un amigo, se me hizo calcetín el corazón.
    Sé que poco tiene que ver, pero tengo algunos amigos colombianos que salieron de allá escapando de la violencia. Que llegaron acá, que tanto nos enorgullecíamos de ser un país acogedor, que acogió a los españoles, a los argentinos y chilenos. Y ahora veo con angustia a mis amigos, ahora que las carreteras de este país se están volviendo intransitables. No sé...

    Por otro lado, me gustó mucho eso de la geografía del rostro. Un gran abrazo desde México

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  6. No se si podré escribir bien me has inundado los ojos en lágrimas
    Que más te puedo decir...

    Mil besos

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  7. Increíble relato. Un verdadero documento histórico en clave literaria del pasado argentino que, como dice Adriana, queda grabado con fuego en el alma.
    Tu relato no solo me ha parecido fiel reflejo y sentir de esos acontecimientos sino que también el vocabulario que empleas posee modismos argentinos que aportan una mayor realidad al contexto. Hasta en eso has tenido sumo cuidado en un cuento realmente exquisito y pulcro.

    Mi felicitación por él y por esa merecida publicación en "Letralia" que espero que no cese y, además, se amplíe a ámbitos donde no les será difícil reconocer tu valía literaria.

    Un gran abrazo, Felicidad.

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  8. Adriana, la memoria es la única oportunidad que nos queda para no repetir la historia. Mientras recordemos y pongamos voz al silencio, al dolor, tal vez aún podamos evitar la impunidad. Hay capítulos de nuestro pasado, de tu país, del mío, de tantos otros, que es preciso no olvidar, es una forma de hacer justicia, no la única.
    Gracias por la amabilidad de tus comnetarios.
    Un abrazo

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  9. Carolina, escribí este relato en septiembre pasado e intenté, ya que estaba narrado en primera persona, ajustarme al habla argentina e intenté, ser fiel a los lugares. Caminé por esa avenida, por esas calles y cuando me puse manos a la obra con esta historia, unas semanas después, me aferré a esos pasos y a los posibles pensamientos de alguien que lucha por no olvidar porque si no olvida hay esperanza.Es un modesto homenaje.
    Gracias por leerme y comentar este relato
    Un abrazo

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  10. Ignacio, la historia que se olvida está condenada a repetirse. El autoritarismo, las dictaduras han sido males sufridos en mi país y en tantos otros, de sus atrocidades hay que dar cuenta siempre y el recuerdo ha ser como esa llama que no debe apagarse nunca en el pebetero de nuestra memoria. Leeré esa novela que me mencionas de di Benedetto.
    Es un honor que pases por el Café literario y me comentes.
    Un abrazo

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  11. María Jesús, el año pasado, estando de viaje por Argentina, cayó en mis manos un priódico en el que se publicaban esquelas de desaparecidos que sus familias los estaban esperando, querían saber dónde estaban, qué había sido de ellos. Me impresionó porque, por desgracia, también es una historia trágicamente común a todos los países que en algún momento han estado bajo regímenes autoritarios. Y creo que dotar de palabras los silencios es una manera de recordar.
    Gracias por entrar en el blog y por tus generosos comentarios.
    Buena semana y un abrazo

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  12. Esponjita, pues sí, tú país fue muy generoso con el mío después de la terrible Guerrea Civil española y dio asilo a muchos de mis compatriotas y así ha sido a lo largo de la historia del siglo XX y XXI con otros pueblos. México tiene muchísimas virtudes pero una muy significativa es su capacidad para abrir los brazos a los que arriban a sus tierras. Sin duda alguna. Guardo un recuerdo emocionado de mi estancia, a medidos de los ochenta, en México.
    Esponjita, el paso del tiempo, a menudo, a quien más nos sorprende es a nosotros mismos que tardamos en reconocernos, treinta años después, ante un espejo.
    Agradecida por tus comentarios.
    Un abrazo

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  13. 40añera, solo puedo agradecerte que transites cada semana por mi blog y dejes tus amables comentarios. Me lo paso muy bien cuando paso por tu blog.
    Un abrazo

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  14. Marisa, antes de escribirlo hice un trabajo de campo, escuchando, hablando, leyendo y anotando. No pretendí una fidelidad en el lenguaje, algo muy complicado para alguien que habla español con acento canario, pero sí he querido aproximarme a lso modismos argentinos con respeto y homenaje. La memoria como eje de una historia que por desgracia ha acontecido en muchos lugares y en distintas épocas.
    Marisa eres sumamente amable conmigo y con lo que escribo, gracias por venir cada semana a este Café Literario.
    Un abrazo

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  15. ESTOY CON POCO TIEMPO QUERIDA FELICIDAD.

    TU RELATO DEBE SER EXCELENTE COMO LO ES SIEMPRE, DESPUÉS PASO A LEER.

    UN ABRAZO GRANDE.
    CARIÑOS PARA TI.

    PD MI ABUELO FUE UN PERSONAJE, UN GAUCHO DE LA PAMPA ARGENTINA.

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  16. Fenomenal relato Feliciana. Lleno de tristeza y veracidad, cargado de sentimiento, narrado de una forma que te cala el alma, lo viví como propio. Ese tránsito por los vericuetos de la razón sin razón que sume a las almas en la impotencia ante situaciones que nos desbordan.
    Me ha gustado mucho.
    Un abrazo muy grande.

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  17. Luján, la verdad es que me gustó mucho ese poema dedicado a tu abuelo. Refleja muy bien ese mundo nostágico de la Pampa.
    Un abrazo

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  18. Belkis, son vidas destrozadas que a partir de esa ruptura, tratan de sobrevivir. Hay una lucha interna para no olvidar, porque ahí, en ese recuerdo sigue habiendo vida.
    Eres amable en tus comentarios y sí, es un relato triste, de los más difíciles que he tenido que afrontar por muchas y profundas razones.
    Un abrazo

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  19. Me ha encantado, aunque confieso fue algo complicado de leerlo. Pero tu forma de escribir es única, creo que eso es lo que me gusta más de tus entradas. Mi sueño es precisamente el que tienes en las manos, llevar sus escritos a una revista a una editorial o revista, pero aún me falta mucho por aprender y sobre todo por leer, por eso aún casi no me animo a publicar cuentos, hice un libro a los trece año, pero aún me falta terminarlo. Digamos que por ahora tu eres mi única conexión con la literatura, espero aprender de ti y verte cada semana, aunque solamente una vez a la semana pueda hacerlo. Un abrazo desde Colombia querida! Saludos :)

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  20. Lyla, gracias por entrar al Café Literario cada semana. Agradezco tus amables y generosos comentarios pero esto de escribir es un aprendizaje arduo y un oficio duro con todo por hacer. Eso sí, compensa cada vez que te leen. Tú escribes muy bien, lo que sí es cierto es que es imprescindible la lectura y nunca es suficiente. Publicar es un proceloso mundo pero que hay que intentar aquí y allá y, de vez en cuando, hay suerte. Termina ese libro que comenzaste a los trece años, es un buen punto de partida. Tus palabras son un estímulo para mí y también yo, cuando acudo a tu blog aprendo algo nuevo, algo que no alcanza a ver o sentir desde mi óptica. la mirada de los demás es muy enriquecedora.
    Un abrazo desde Canarias a Colombia. Un honor

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  21. Perdón! Es Antonio dal Masetto el autor de Hay unos tipos abajo.

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  22. Lyla, después de que Blogger me borrara el comentario que anteriormente te había hecho, me gustaría, de nuevo, animarte a que termines ese libro que iniciaste a los trece años, es un buen punto de partida. Tú escribes muy bien y lo compruebo cada vez que recalo en tu blog, lo que sí es cierto, es la necesidad de leer todo lo que se pueda y más, tanto narrativa, como poesía, ensayo, etc. Lo de publicar, aquí entramos en un mundo proceloso, complejo y muy difícil, pero se ha de intentar aquí y allá y cualquier formato y, de vez en cuando, hay suerte. Te agradezco tus visitas semanales a mi blog y tus generosos y amables comentarios.
    Un abrazo, amiga de Colombia

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  23. La memoria se fija en aquel pasado funesto cuya sombra aún se extiende sobre los corazones que no pierden la memoria. Me gustó mucho el vocabulario que empleas en el relato, tan típico y representativo de Argentina de aquella época, de aquellas pasiones, de aquél lunfardo...
    Te felicito por tu publicación amiga.

    Un abrazo en la distancia.

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  24. Escribes muy bien, un gusto leerte.
    te dejo mi saludo y feliz finde.
    un abrazo.

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  25. Te vi entre mis seguidores y recién me picó la curiosidad por venir a conocerte, lástima debí hacerlo antes, relatas de maravilla, tienes un estilo increíble, en que introduces a los lectores a tu relato, haciéndonos sentir protagonistas...
    Un besito en el alma
    Scarlet2870

    PD: Desde hoy te sigo...

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  26. Mariela, creo que la literatura siempre debe dotar de voz a los silencios y hacer del recuerdo un tributo y un vigía permanente de lo que no debe repetirse en ningún lugar. Gracias por tu más que generoso comentario.
    Un abrazo y una pronta recuperación amiga.

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  27. Ricardo, bienvenido a este Café Literario, gracias por leer y por tu amable comentario.
    Un abrazo

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  28. Scarlet, bienvenida a a este blog, agradezco tus comentarios. Trato que el lector sea uno más dentro del relato, claro que no siempre lo consigo, pero lo intento.
    Gracias por pasarte por el Café Literario.
    Un abrazo

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  29. Te dejo mi admiración por tu relato. Escribes muy bien , creo que te lo he dicho anteriormente , nos adentramos en tus palabras hasta llegar al final con ganas de más.

    Te visito cada tarde,

    Un beso


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