martes, 13 de septiembre de 2011

Los días felices



Un día Marta quiso construir una frase pero las palabras se le escarcharon, las ideas cómplices desaparecieron secuestradas por el pasado y los proyectos quedaron sepultados bajo los escombros de los tiempos felices. Pensó entonces, que la glaciación entre ellos se produjo sin previo aviso, no hubo cambio climático, ni las nubes del cielo fueron violentadas por los densos y viscosos cúmulos que trepaban desde las chimeneas de las fábricas. El sol se ocultó y se habituaron a compartir sus destinos entre las tinieblas, el silencio solitario y las tardes de miradas por los ventanales.
Abandonó la casa solo con lo puesto. Él le preguntó si no requería de un camión de mudanzas y ella le respondió que todas sus posesiones estaban grabadas en la piel, que para los recuerdos aún no se habían inventado embalajes y eso a él lo reconfortó.