miércoles, 30 de septiembre de 2015

Buenos Aires 1929




Inauguré este blog literario en enero de 2011 con el relato Buenos Aires 1929, que dio nombre a este espacio. Las cien primeras visitas, me pareció una cifra estratosférica. Hoy, hemos alcanzamos las 150.000.
Abrí el Buenos Aires 1929 Café Literario con el propósito de publicar relatos, cuentos, reseñas, artículos y eventos relacionados con el mundo de la literatura. Y, desde sus inicios, no han cesado de pasar exploradores de redes literarias. Lectores, escritores, poetas, narradores, gente inquieta e interesada por la lectura. Muchos se han quedado. He aprendido de los que vienen y van, y de los lugares que ellos me han descubierto en tantos rincones del mundo.
Han transcurrido cuatro años, más de un centenar de publicaciones en este blog y en revistas y libros de España y de otros países como Argentina, Chile, Venezuela, Perú... He recibido premios y también he vivido momentos duros. El último año ha sido, familiarmente, muy triste y mis intervenciones en el blog han sido esporádicas. Aún así, muchos de ustedes han permanecido siempre atentos a cada nueva entrada.
Quiero agradecer las visitas, los comentarios, las conversaciones, las lecturas y, sobre todo, la amistad y cercanía de todos.
Buenos Aires 1929 Café Literario de celebración, presenta, de nuevo, el tango que abrió este blog. Relato publicado en  Los espejos que se miran.

Muchas gracias

Buenos Aires 1929


Siempre te espero sentada en el ambigú frente a una copa de Chartreuse verde. Te abres paso rasgando la nube blanca que envuelve la sala. Me gusta cuando llevas la chaqueta cruzada y el sombrero negro, ligeramente ladeado, y ese cigarrillo viajero entre los dedos y tus labios. Observas el lugar como se despliega el periscopio de un submarino: sigiloso y rolando lento. Tiemblo por si las velas de mi barco no se registran en tu campo de visión y todo me da vueltas como si estuviera atrapada en una puerta giratoria. Y antes de sucumbir al mareo seguro, tu sonrisa me ancla a ti. Entonces, desenfoco tu imagen y me pierdo en las parejas que hilvanan los primeros pasos de un tango. Mis dedos danzarines bailan  al compás de la música sobre la mesa. Y ya percibo tu olor a tabaco de Virginia antes de que levantes el sombrero y me tiendas la mano. Y bebo el último sorbo del licor francés. Mis ojos, ahora sí, se refugian en los tuyos, negros como las noches de tormenta y brillantes como el Río de la Plata cuando mece a la luna llena. Tu mano rodea mi cintura y la mía se aferra a tu hombro; sigo tus pasos seguros mientras el bandoneón me lleva a susurrarte al oído que el mundo somos tú y yo. Entra tu pierna y la mía sube entre las tuyas como gata atrevida, mientras te cuento que el cielo es mi nuevo arrabal. Y tus labios se despliegan cómplices de los míos. Entrelazadas las manos recorro las esquinas de nuestro refugio. Y mi rostro y tu rostro cuando se rozan perecen desafiar los malos presagios. En el Norte, Ricardo, los hombres de negocios se lanzan por las ventanas y la pobreza y la guerra están apostadas en las cercanías de América y Europa. Pero a tu lado viajo en un aeroplano rumbo a las nubes por esta pista de baile. Me llevas, voy, te arrastro, me giro entre tus brazos muralla, me elevas, me persigues, te abandono, me buscas, te encuentro y te revelo, entre las notas del piano, la trama de los violines, y los pasos de tango, que el último minuto puede llegar ya, cuando quiera.



miércoles, 2 de septiembre de 2015

Una jornada particular en Lebu







Fue un septiembre de 2012 cuando abrí mi correo y leí las bases del concurso de microrrelato, Lebu en pocas palabras. Sólo sabía que era la ciudad chilena donde había nacido el poeta Gonzalo Rojas. Recuerdo que lo primero que escribí fue el título: Pensaré en Lebu. Lejos estaba de imaginar que esa frase marcaría mi devenir con la ciudad, sus gentes y su ámbito literario. Obtuve una Mención Especial. Más tarde, participé en X Concurso Literario Gonzalo Roja y fui, nuevamente, premiada, lo que me llevó a recoger el premio a la capital de Arauco, en febrero de 2013. Al año siguiente, ejercí de jurado del XI Concurso Literario, y en agosto de este año, tuve la oportunidad de regresar y presentar, en su Biblioteca Municipal, mi libro de relatos Los Espejos que se miran.





Una noche —8 de agosto—, de nuevo, intensa, emotiva, inolvidable, en torno a una mesa compartida con queridos y estimados amigos, con el escritor y poeta Jaime Ignacio Magnan Alabarce, artífice del acto, con el Taller Literario y amantes de la literatura y su mundo. 






Hablamos de la creación literaria, de mi relación emocional con Lebu, de mis cuentos, dónde y cómo es Bórcor, ese imaginario que se repite en mis relatos y que es real y se llama Arafo, al sureste de la isla de Tenerife. 


Lebu



Arafo (Bórcor literario)



Casa Secundino Delgado, Arafo





El escritor de Lebu, Alfredo O. Torres, el poeta y narrador de Concepción, Herman Johnson Armijo, la narradora de Santiago, Maffi Migliaro, tuvieron la deferencia de comentar y leer algunos de mis relatos. Y mencionar también a la amable y cercana profesora Viviana Flores que nos endulzó la mesa y la tarde-noche













La emoción de reencontrarme con viejos amigos, de compartir charla y pasión por las letras, se intensificó, si cabe, con uno de los regalos que más ilusión me ha hecho recibir, el libro Lebu: de la Leufumapu a su centenario 1540-1962 de J. Alejandro Pizarro Soto. Sin duda, uno de mis mejores premios, un alto honor, una deferencia que valoro y agradezco. Una preciosa edición ilustrada que recoge la historia de Lebu, desde el descubrimiento de Arauco, las guerras, la Independencia, su fundación y devenir hasta comienzos de los años 60 del siglo XX. Desde que conocí y viví a Lebu, siempre lo llevo allá donde voy y hago referencia a su existencia y valores. Recibir este libro, blinda a Lebu en mi corazón. Gracias amigos por tender y abrir ese puente que unirá siempre, el de 1929 que cruza el río Lebu, con esta islas del Atlántico, con Canarias.








Lebu es una preciosa ciudad de la Región de Bío Bío, fundada el 8 de octubre de 1862. Su nombre proviene de la palabra mapuche Leufu, que significa río y abarca una población de más de 20 mil habitantes a los que se suma los de la Isla Mocha. Su desarrollo económico y comercial despega con las explotaciones mineras del carbón al inicio de su fundación. Sufrió notables transformaciones, sobre todo urbanística y de edificaciones nuevas, a los largo de la década de los 90 del siglo XX. El cierre de las minas supuso un cambio importante en su economía, pero hoy es una comuna que lucha, con su flota pesquera  artesanal, las actividades forestales y el turismo, por lograr la posición relevante y de desarrollo que necesita y merece.











La Caverna de Benavides, a 3 kilómetros del núcleo poblacional, es una preciosa formación rocosa que alberga el Festival de Cine de Lebu y da paso a la playa de Millaneco. Un mar espectacular y luminoso que descubrí el verano de 2013.









Lebu es una ciudad que, en damero, extiende sus calles rectas que van al río o vienen de él y siguen hacia los cerros. Casas de colores que se organizan en torno a la Plaza de Armas donde las palmeras canarias se alinean en un paseo que conduce a la Ludoteca. Un espacio de acogida y entretenimiento para niños y, además, lleva a cabo una importante labor cultural que incentiva la lectura desde edades tempranas. El proyecto, que lleva la poeta lebulense Betty Viviana Fernández Herrera en colaboración con Sandra, es activo e incluye importantes adquisiciones de libros, celebraciones, exposiciones, etc. Y donde tuve el honor de donar un ejemplar de Los espejos que se mira.






Muy cerca se encuentra la Biblioteca Municipal, un lugar especial para mi. Alberga la colección de libros de consulta y lectura y es la dinamizadora de muchas actividades literarias y culturales. Importante y participativa es El Club de Amigos de la Biblioteca, cuya alma mater es Jaime Ignacio Magnam Alabarce, que impulsa cada año el Premio Literario Gonzalo Rojas. Este importante premio literario de poesía y cuento es el buque insignia de la ciudad de Lebu. La prestigia, le da nombre y resonancia internacional. Y es un honor para cualquier poeta o narrador contar con su distinción.



Una jornada particular en Lebu que siempre recordaré