jueves, 18 de enero de 2018

FINIS MARE EN EL DIARIO DE AVISOS



FINIS MARE comentada por Elena Morales en la Sección literaria El Perseguidor que coordina Eduardo García RojasDiario de Avisos (14 de enero 2018)


FOTO DE ALBERTO MARQUES DA SILVA


jueves, 11 de enero de 2018

ENTREVISTA EXPRÉS DE DRAGARIA A FELICIDAD BATISTA




Felicidad Batista: «Me inspiran los lectores y lectoras»
Por DRAGARIA -
10 enero, 2018





Esta bibliotecaria de Tenerife ha escrito dos libros de relatos y una novela, y participado en numerosas antologías de relatos en Argentina, Chile y Venezuela. Ha cosechado varios premios y nominaciones especiales en certámenes tanto locales, como nacionales e internacionales. En la actualidad prepara una nueva novela, participa en un programa de radio y escribe artículos para prensa.

TRES CLAVES DE TU ÚLTIMO TRABAJO

La primera clave de Finis mare es el narrador. Su identidad y circunstancias no se conocerán hasta bien avanzada la novela. Su forma de construir la historia que cuenta, la manera en la que se cuelan sus impresiones y sus emociones, hacen que sea un narrador diferente a los convencionales. Otra clave es la temática que se encuentra en varios niveles. Dicen que es una historia de mujeres, añado que también es de secretos, de silencios, de mentiras, de pasados no resueltos donde la música, la literatura, las lenguas, los viajes reales o imaginarios juegan un papel fundamental. Una tercera clave es la narración envolvente desde las primeras líneas: «¿Quién es Miranda Valdivia? Es la pregunta que, incansable, me repito. Busco una respuesta que me ayude a desentrañar su misterio. Quizá una vez revelada pueda comprender el mar de silencio que nos envuelve, la niebla que nos cubre, el laberinto que nos atrapa».

¿QUÉ AUTOR O AUTORA TE INSPIRA?

Tenía diez años cuando leí Alicia en el país de las maravillas. Desde ese momento decidí elaborar un sistema para leer lo que me aguardaba en la biblioteca pública. Cada año lo dedicaba a los autores de un país: españoles, rusos, alemanes, ingleses, latinoamericanos, estadounidenses… Todos han sido y son fuentes imprescindibles. Me inspiran los que son, antes que escritores, grandes e insaciables lectores y lectoras. A partir de ahí citaría a Emily Brontë, Benito Pérez Galdós, William Faulkner, Virginia Woolf y Marguerite Yourcenar.

UN POEMA, UNA NOVELA, UN CUENTO

— Un poema: cualquier de Emily Dickinson, pero por especial para nosotros, citaré el número 752 ¡Ah Tenerife!, un poema dedicado al Teide. Una escritora invisible que escribió más de 1.700 poemas, la mayoría en secreto, desde el encierro voluntario de su habitación. Recuerdo cuando visité su Casa Museo en Amherst, Massachussetts. La emoción de subir la escalera, de entrar a su cuarto, de permanecer un largo rato en silencio y mirar, a través de la ventana, el paisaje que contemplaba antes de llevar los versos al papel, al envés de cualquier factura, al remite de un sobre vacío. Tras su muerte, desde que su hermana Lavinia descubriera los centenares de cuadernillos con sus versos, hasta que su obra fuera difundida, tal y como la poeta la concibió, pasaron muchas décadas. Pero al final, la fuerza, la belleza, la calidad literaria de esta autora, se impuso.

— Una novela: Rayuela, de Julio Cortázar. Él dijo que esta obra era «una tentativa de modificar la actitud del lector que lee novelas». Acercarse a Rayuela es participar de forma activa en ella. No  basta con conocer una historia, una trama, unos personajes… Además, los lectores tienen la posibilidad de elegir cómo quieren leerla. Él lo llamó «lector cómplice». Bien siguiendo el orden de los capítulos o lanzar el tejo entre sus páginas y optar por otra secuencia igual de sugerente. Me atrae que un escritor se arriesgue e indague en la literatura y en las formas de contar la realidad y sus ficciones. Y también me fascinan las historias que se superponen, bifurcan o ahogan en el Sena. Los ambientes con sonido a jazz, aroma a tabaco y niebla de cigarrillo. París y Buenos Aires, nostalgia y locura, el arte y la búsqueda de un cielo que queda lejos de la cuadrícula de Rayuela. ¿Quién no se ha encontrado alguna vez con Horacio Oliveira o con la Maga, en cualquier esquina, en cualquier ciudad, en cualquier melodía de blues o de jazz?

— Un cuento: El sur, de Jorge Luis Borges. En la adolescencia, con este cuento —también con Ómnibus, de Cortázar—, viajé por primera vez a Argentina. Había sacado un libro de cuentos de la Biblioteca de Arafo. Subí a la azotea de mi casa. La cumbre al Norte, el mar al Sur. Y comencé a leer la historia de Juan Dahlmann. Un bibliotecario que, en el ansia de leer Las mil y una noches, no esperó al ascensor y subió tan desesperado las escaleras que un batiente le abrió un tajo en la frente. Ingresó en un sanatorio por la infección que le produjo la herida. Y desde esa cama entre fiebres y sueños viaja al Sur. Y la realidad del sanatorio y el viaje que sueña, al otro lado de la calle Rivadavia, me impactó tanto como, en particular, esta frase: «Dahlmann cerraba el libro y se dejaba simplemente vivir».

UNA OBRA DE TEATRO, UN GUION CINEMATOGRÁFICO

— Una obra de teatro: La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca. Más que un drama rural, es la  puesta en escena del autoritarismo, la represión, el brutal silencio que impone la madre a sus cinco hijas. Cinco, la hora lorquiana de la muerte. Metáforas y símbolos se mezclan en esta obra que conmociona por los diálogos, la fuerza o endeblez de los personajes, el encierro amurallado, los grilletes de la moral y el honor, la sumisión de algunas hijas y la rebelión de la menor, Adela. Una lucha en la que parece vencer el silencio, el ¡a callar he dicho!. Pero ya se sabe que el silencio solo es el magma de un volcán que, tarde o temprano, termina siempre por reventar.

— Un guion: El lado oscuro del corazón, de Eliseo Subiela, me emociona especialmente por los diálogos. Un poeta, Oliverio (Darío Grandinetti), busca una mujer que sepa volar. Publicista de escasos recursos económicos, acosado por la Muerte —que interpreta Nacha Guevara—, intercambia versos por comida o por monedas en las calles. Anda y desanda por Buenos Aires y Montevideo después de encontrar a Ana (Sandra Ballesteros), esa mujer capaz de desplegar sus alas. Diálogos que son poemas de Oliverio Girondo, Mario Benedetti y Juan Gelman. Los versos fluyen en la conversación con belleza y naturalidad. Baste ver a Mario Benedetti, primero junto a una barra de bar y después sentado a una mesa con un bolero de fondo, recitar su poema Corazón coraza en alemán.

PROYECTOS

Pronto se publicaran dos libros de relatos en los que participo. Uno en Tenerife y otro en Valencia, con el colectivo Generación Bibliocafé, este último inspirado en el escritor Blasco Ibáñez. Estoy inmersa en un apasionante proyecto, Exploradoras de Historias de Mujeres de Chío, con la Asociación de Mujeres Asmudechi de Chío, que promueve la Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Guía de Isora. Un proyecto que persigue poner voz, nombre, visibilidad a las mujeres que construyeron la historia de su pueblo. Y que también pone en valor a las mujeres de hoy, encargadas de realizar entrevistas a las mayores. Cada semana vamos, con estas entusiastas exploradoras, a las casas de esas mujeres que nos cuentan sus vivencias y que no son solo fuentes de una gran riqueza patrimonial, sino espejos en los que también nos reflejamos. Con todo este material de incalculable valor social, cultural, histórico y emocional, elaboraré un libro. Preparar mi sección de poesía para el programa cultural de la radio argentina Faro al Sur, que conduce el escritor Juan Manuel Montero, en el que participo en directo cada semana. Escribir cada mes un artículo literario para la revista digital Tenerife en Activo. Y continuar avanzando en la siguiente novela.

¿QUÉ PERSONAJE DE DRAGARIA SERÍAS?

La bibliotecaria. Pero no para escuchar del sonido silbante, casi sinfónico, de su biblioteca o para organizar, catalogar y prestar libros. No. Sería una bibliotecaria viajera. Recorrería DRAGARIA de punta a punta, de extremo a extremo y, con buen tiempo, me atrevería a navegar hasta la isla de San Borondón. En busca de los libros de escritoras y escritores invisibles que también crean en el silencio y permanecen ocultos, cubiertos por la niebla del olvido, el desconocimiento o la indiferencia.





Felicidad Batista (Arafo, Tenerife) es licenciada en Historia del Arte, escritora y bibliotecaria. Autora de Finis mare, Relatos de la Patagonia y Los espejos que se miran. Ha publicado en libros colectivos, revistas literarias y prensa en Venezuela, Argentina, Chile, Perú y España, destacando especialmente una gran cantidad de relatos. Ha recibido diversos premios y menciones, y ha sido finalista en numerosos certámenes literarios. (Blog).