Un día
Marta quiso construir una frase pero las palabras se le escarcharon, las ideas cómplices desaparecieron secuestradas por el pasado y los
proyectos quedaron sepultados bajo los escombros de los tiempos felices. Pensó entonces,
que la glaciación entre ellos se produjo sin previo aviso, no hubo cambio
climático, ni las nubes del cielo fueron violentadas por los densos y viscosos cúmulos
que trepaban desde las chimeneas de las fábricas. El sol se ocultó y se habituaron
a compartir sus destinos entre las tinieblas, el silencio solitario y las
tardes de miradas por los ventanales.
Abandonó
la casa solo con lo puesto. Él le preguntó si no requería de un camión de
mudanzas y ella le respondió que todas sus posesiones estaban grabadas en la
piel, que para los recuerdos aún no se
habían inventado embalajes y eso a él lo reconfortó.