jueves, 11 de abril de 2024

Escritores y escritoras no reconocidos en su tiempo por Felicidad Batista








El oficio de escribir tiene la banda sonora del silencio. Silencio en el concentrado placer de leer. Leer mucho antes de sumergirse en las corrientes de tinta y verterla en un mar de papel. Silencio en el concentrado trabajo de construir una novela, crear un relato, sentir un poema, investigar un ensayo, una biografía o un análisis crítico. Silencio en las gavetas. Silencio en las mesas de los editores. Silencio en el largo navegar de un libro de mano en mano, de mirada en mirada, de lector en lector. Pero hay un silencio hondo y ruidoso. Es el silencio que han escuchado escritores y artistas en su tiempo. Olvidados, marginados, despreciados o excluidos, invisibles para sus coetáneos. Solo años después, incluso siglos, ha sido cuando su obra se ha reconocida por su calidad y trascendencia. Son las palabras de estos autores las que escucharemos en este artículo.


Nadie, aunque no lo haya leído, desconoce la existencia del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha y su creador Miguel de Cervantes Saavedra, nacido en 1547 en Alcalá de Henares. Viajó, desde la infancia, por distintas ciudades españolas debido a la profesión de su padre que era cirujano. Se sabe que estudió con el profesor Juan López de Hoyo quien publica, en un libro suyo, dos poemas de Cervantes. En 1569 vieja a Roma y en la ciudad eterna se enrola en la milicia de Diego de Urbina con la que participa en la Guerra de Lepanto. Batalla naval contra los turcos que le costará una grave herida en su mano izquierda que le deja secuelas de por vida. Después recorre diferentes ciudades italianas, incluida la isla de Sicilia, y conoce, como gran lector que era, la literatura de este país. A su regreso a España,  su barco es asaltado por piratas turcos y capturado como esclavo junto a su hermano. Permanecieron caut
ivos hasta que pagaron su rescate cinco años después. En 1584 se casa con Catalina Salazar y publica su primera  novela pastoril Galatea en 1585. Pero su periplo vital y económico está plagado de sobresaltos. Vivió en Sevilla y recorrió Andalucía como comisario de provisiones. Recogía cebada, aceitunas o trigo. Pero el embargo a la Iglesia por estas incautaciones le valió la excomunión. Más tarde, como recaudador de impuestos fue encarcelado por quedarse con parte de lo ingresado. Y se sabe que en la cárcel escribió o ideó El Quijote. Publica la primera parte en 1605 con gran éxito de lectura. Lo que comenzó como una sátira a las novelas de caballería, tan en boga en aquella época, se convirtió en novela universal y la primera que aborda el realismo que, con profusión, se ahondará en el siglo XIX, del que Benito Pérez Galdós es un claro ejemplo. Vendrán después las Novelas ejemplares y, tras su muerte, la segunda parte de El ingenioso Hidalgo don Quijote. Pese a lo ampliamente conocido que es su obra, llevada a todos los géneros artísticos, traducida a todos los idiomas, Miguel de Cervantes vivió para sobrevivir y fue escasamente considerado en su tiempo. Su constante errar por ciudades y pueblos para ganar el sustento, sus días de batallas, cautiverio y presidios, lo mantuvieron lejos de reconocimientos de los que disfrutaron coetáneos suyos como Lope de Vega, Quevedo o Góngora.



La inglesa Jane Austen (1775-1817) tuvo que esperar hasta el siglo XX para que sus novelas fueran reconocidas y difundidas, sobre todo, a través de las películas que se realizaron basabas de sus obras. La autora de Sentido y sensibilidad, Emma, Orgullo y Prejuicio, Mansfield Park o Persuasión, escribía en el secreto de su casa. Tenía un dispositivo que ella activaba para cerrar la puerta y no ser vista con la pluma y el papel cuando llegaba alguna visita. Sus novelas, que reflejan la clase media rural inglesa, también recoge el ambiente y el entorno en el que se movían las mujeres de la época y cuáles eran sus expectativas. La mayoría, lograr un buen matrimonio que las liberara de las penurias económicas. Jane Austen realiza una aguda e inteligente mirada crítica y la plasma en sus novelas. A pesar de recibir opiniones favorables como la del escritor escocés, al que admiraba, Sir Walter Scott, no se la conoce hasta bien entrado el siglo XIX, y en España hasta el último tercio del XX. Fue duramente criticada por la escritora Charlotte Brontë y, más tarde, por el cáustico Mark Twain quien dijo que una biblioteca que se preciara como tal no debía contener libro alguno de Jane Austen. Opinaba que sus novelas «una vez uno las suelta directamente no puede retomarlas». También contó con el desprecio de Virginia Woolf, siempre muy crítica con algunos autores. El escritor estadounidense Henry James se refería a su obra como «pequeñas pinceladas maestras de la imaginación». 

Sobre el personaje de Marianne Dashwood, en la novela Sentido y sensibilidad, Jane Austen escribió: «En vez de sacrificada a una pasión irresistible, como alguna vez se había enorgullecido en imaginarse a sí misma; incluso en vez de quedarse para siempre junto a su madre con la soledad y el estudio como únicos placeres, según después lo había decidido al hacerse más tranquilo y sobrio su juicio, se encontró a los diecinueve años sometiéndose a nuevos vínculos, aceptando nuevos deberes, instalada en un nuevo hogar, esposa, ama de una casa y señora de una aldea».


John Keats (1795-1821) fue un poeta romántico británico, nacido en Londres. Era un lector compulsivo. Su vida fue breve y su poesía grande en intensidad y calidad. Publicó su primer poemario en 1817. Tuvo una escasa repercusión, pero eso no lo apartó de su vocación poética. Un año después de la aparición Endymion, un libro duramente acogido por la crítica literaria, tras contraer la tuberculosis y afectado por la muerte de su hermano por esta misma enfermedad, se trasladó a vivir a Hampstead, un barrio londinense. Allí se enamoró de su vecina Fanny Brawne quien sería la musa de la mayoría de sus poemas  como  Lamia, Isabella, La víspera de Santa Agnes, entre otros. Así como un interesante legado epistolar. Sus obra en la que se incluyen La estrella brillante, Oda a un ruiseñor, Oda a la melancolía, Oda a una ánfora griega, Al sueño, Al otoño, etc., fueron y son fuente de inspiración para las generaciones posteriores de poetas que reconocieron su valía, aunque fuera poco considerado en su corta vida. Un poeta que desliza su mirada por la naturaleza, el amor, el desprendimiento del yo poético. Los últimos versos de su Oda al ruiseñor refleja, en parte, su visión creativa e intimista:


¡Olvidadas!” Palabra que tañe cualquier campana

¡Adiós! ¡Adiós! Tu himno lastimero se pierde

más allá de estos prados, sobre el arroyo quieto,

ladera arriba, y luego penetra hondo en la tierra

de los claros del valle colindante.

¿Fue aquello una visión o un sueño de vigilia?

Ya se esfumó la música. ¿Duermo o estoy despierto?


Jorge Luis Borges escribió: «Keats, en el jardín suburbano, oyó al eterno ruiseñor de Ovidio y de Shakespeare y sintió su propia mortalidad y la contrastó con la tenue voz imperecedera del invisible pájaro. Keats había escrito que el poeta debe dar poesías naturalmente, como el árbol da hojas».



El escritor estadounidense Edgar Alan Poe (1809-1849), es uno de los grandes autores del relato de terror y misterio y de donde parten las grandes novelas de detectives. Huérfano desde temprana edad, la muerte de su madre fue un suceso que marcó su vida. Adoptado por un acaudalado hombre de negocios, tuvo siempre una relación conflictiva. Realizó estudios universitarios y fue despedido del trabajo por problemas con la bebida y el juego. Creador del cuento El cuervo, apenas logró notoriedad en su época. Se esforzó en difundir y dar a conocer su excelente literatura pero fue conocido en su entorno como articulista y crítico literario. Publicó su primer libro en Boston en 1827, Tamerlán y otros poemas. Después de dos años en el ejército escribió Aaraaf. Su libro Poemas apareció en 1832. Se traslada a Baltimore donde se casa con Virginia Clemm. Comienza a trabajar en la redacción de un periódico de la ciudad donde también publica textos literarios. En 1842 aparece Cuentos de lo grotesco y de lo arabesco. En 1843 El escarabajo de oro y en 1845, una de sus obras emblemáticas, El cuervo y otros poemas. Colabora con revistas de Nueva York y de Filadelfia principalmente como crítico literario. Esta actividad le dará una gran notoriedad pero no como escritor. Su poesía no fue bien recibida por considerarla artificiosa. Fue, más tarde, cuando se le dio el valor simbolista que representó. Al igual que su importancia como teórico de la literatura tampoco será puesta en valor hasta mucho tiempo después. Autor de obras maestras como el poema El cuervo, los cuentos La cañada de la casa Ushar o El barril de amontillado, entre otros y de la novela Las aventuras de Arthur Gordon Pym. Precursor de la novela policíaca, influyó en poetas simbolistas franceses como Baudelaire y en autores de ciencia ficción como Julio Verne. Falleció víctima del alcohol y las drogas en 1849, poco después del fallecimiento de su joven esposa.

Últimos versos del poema El cuervo

Y el impávido cuervo osado aún sigue, sigue posado.

En el pálido busto de Palas que hay encima del portal;

Y su mirada aguileña es la de un demonio que sueña,

Cuya sombra el candil en el suelo proyecta fantasmal;

Y mi alma, de esa sombra que flota fantasmal,

no se alzará ¡nunca más!


Afortunadamente el escritor, poeta y ensayista estadounidense de Nueva York, Herman Melville (1819-1891), no hizo caso de las críticas furibundas que se le hicieron a su obra. De lo contrario, nos hubiéramos perdido grandes obras de la literatura como las novelas Moby Dick (1851) y Benito Cereno (1855) o el delicioso cuento Bartleby el escribiente (1853). La crítica destrozó Pierre y sus ambigüedades (1852) y su última novela El estafador y sus disfraces (1857). No fue fácil para Melville conseguir editores para sus escritos. En varias ocasiones los publicaba en revistas. Su obra poética tampoco fue reconocida. En 1860, después de enrolares en un barco y recorrer los mares del sur, escribió un poemario que fue rechazado por el editor. Trabajó durante casi dos décadas en la aduana. El poemario épico Clarel (1876), estuvo inspirado en su viaje a Tierra Santa en 1856. Publicaba sus obras con el dinero de una herencia de su mujer Elizabeth Shaw. Y sus libros apenas se vendían. Murió en 1891 en el completo olvido del mundo literario y dejó inacabada su novela Billy Bud que no se publicaría hasta 1924. Melville, como pocos, representa al autor no reconocido en vida. 

Así comienza Moby Dick:«Llamadme Ismael. Hace unos años —no importa cuánto hace exactamente—, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación.Cada vez que me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un noviembre húmedo y lloviznoso; cada vez que me encuentro parándome sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la hipocondría me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir a la calle con toda deliberación a derribar metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda. Es mi sustitutivo de la pistola y la bala».


Emily Dickinson es otro claro ejemplo de poeta descubierta varias décadas después de su fallecimiento. En vida apenas publicó unos cuantos poemas en su ciudad natal en Massachussets. Su vida y su obra están extensamente tratadas en los artículos:
  Emily Dickinson, Tenerife y El Teide y Emily  Dickinson; del Teide a Amherst.



Fueron las escritoras de la Generación del 27 en España, como más tarde las de la Generación Beat en Estados Unidos, ignoradas y postergadas a décadas futuras para llegar a saber de su obras. Es imprescindible recordar a María Teresa de León (1903-1988). Conoce a Rafael Alberti en 1929. Se separa de su anterior marido y se va a vivir con el poeta gaditano. Publica,  por primera vez después de un viaja a Argentina en 1928, Cuentos para soñar y La bella del mal amor. Activista política y cultural incansable, participa en diferentes eventos y acontecimientos del siglo XX. Se exilia con Alberti en Argentina después de la Guerra Civil Española. Allí permanecerán más de veinte años hasta que se trasladan a Roma en 1963. Su obra comprende teatro, novela, cuentos, ensayos, guiones de cine, etc. Cuando regresa a España en 1977, el olvido no sólo será el de su tiempo o por la sombra de Alberti, sino también por la enfermedad del Alzheimer. Fallece en 1988. Su obra e importancia literaria fue reivindicada en 2003 con la exposición María Teresa de León. Memoria de un compromiso.


Otras escritoras de la Generación del 27 recuperadas en los últimos años son Concha Méndez (1898-1896). Poeta aunque también escribió teatro. Vivió el exilio en México donde falleció. Su obra poética está recogida en “Poemas 1926-1986”. Fue el marido de su hija, el profesor James Valender, quien recopiló sus poemas. Más tarde, su nieta Paloma Ulacia Altoaguirre publicaría Memorias habladas, memorias armadas, un compendio de sus grabaciones sonoras.



Nuestra Josefina de la Torre (1907-2002). Una escritora nacida en Las Palmas de Gran Canaria, cantante lírica, actriz que ha sido homenajeada en el Día de Las Letras Canarias en 2020. De ella, sintamos su voz en este poema:


«Si ha de ser, quiero que sea

de pronto. Cuando yo piense

en horizontes dormidos

y en el mar sobre la playa.

Si ha de ser, que me sorprenda

en mis mejores recuerdos

para hacer de su presencia

un solo signo en el aire.

Dormida no, ni despierta:

si ha de ser, quiero que sea

de poemas de la isla».



La obra de la poeta del movimiento literario confesional, la estadounidense, nacida en Boston, Sylvia Plath (1932-1963), se conoció fundamentalmente tras su muerte. Publicó su primer poema a los  ocho años. Inteligente y brillante e insegura Le afectó la temprana la muerte de su padre. Mantuvo siempre una relación conflictiva con sus progenitores, profesores de origen alemán, autoritarios y, especialmente, con su madre. Padeció depresiones y distintos desórdenes mentales. Así, en el comienzo de sus estudios universitarios tuvo un intento de suicido. Fue internada en un hospital psiquiátrico. Suceso que relató en su única novela autobiográfica La campana de cristal (1963). Es en la universidad donde conoce al poeta inglés Ted Hughes con el que se casa en 1956. Época en la que asiste a los seminarios del poeta y escritor Robert Lowell y donde también entra en contacto con la poeta Anne Sexton. Pero pronto comenzarán las desavenencias matrimoniales y las infidelidades del escritor. Se mudan a Inglaterra y nace su primer hijo. Pero una nueva relación de su marido acaba con la separación de la pareja. Deja la ciudad de Devon y se traslada con sus dos hijos a Londres. Allí alquila la casa donde vivió el poeta W. B. Yeats en 1961. Pero el proceso de separación, la falta de recursos económicos y la enfermedad que padecía influyeron en su suicidio en 1963. A lo largo de toda su vida escribió diarios. El que fuera su marido el escritor Ted Hughes recibió el legado de obra de Sylvia Plath y fue el editor literario de sus manuscritos. Supervisó su obra y destruyó aquella parte de los diarios que hacían referencia a la vida en común con la poeta de Boston. El coloso”lo publicó en vida 1960, pero el resto de su obra es póstuma como Ariel (1965), Tres mujeres (1968), Cruzando el agua (1971) o Árboles de  invierno. Fue la primera escritora en recibir el premio Pulitzer póstumo por sus volumen de Poesía completa en 1982. Así dice la estrofa final del poema Canción de amor de la joven loca

Me imaginé que ibas a volver como dijiste,

pero crecí y me olvido de tu nombre.

(Creo que te inventé en mi mente).

Debí haber amado al pájaro de trueno, no a ti,

por lo menos cuando la primavera llega, ruge nuevamente.

Cierro los ojos y el mundo muere.

(Creo que te inventé en mi mente)



Una de las escritoras más recientes, ignorada hasta once años después de su muerte, es la estadounidenses Lucia Berlin (1936-2004). Autora de casi un centenar de cuentos y de recibir algún premio en vida, no fue reconocida hasta hace unos años. Fue su libro Manual para mujeres para la limpieza quien nos rescató una escritora inteligente que se nutrió de su complicada vida para escribir relatos magistrales. Tuvo una vida azarosa marcada por su salud, alcoholismo, relaciones familiares y personales. Residió en países como Chile y México, en ciudades como Juneau (Alaska), donde nació, Idaho, Kentucky, Albuquerque, Nueva York o Los Ángeles. Realizó trabajos en la limpieza, de enfermera, profesora o recepcionista. Tuvo varios matrimonios fracasados y cuatro hijos. Su obra se recopiló también en el libro Bienvenida a casa. A pesar de publicar algunos relatos en vida y de ser admirada por algunos escritores, no logró que el conjunto de su obra se editara y alcanzara la trascendencia que hoy tiene.

Los escritores pueden ser olvidados, silenciados, excluidos, ocultados, incluso sus libros ser pasto del fuego, pero sus obras por calidad y trascendencia, más tarde o más temprano, terminan por emerger por esa sistemática obstinación que el tiempo impone. Y termina por sacar a flote a esos  autores y autoras a los que tarde tarde o temprano, alcanza la justicia de la memoria.  



Fotos tomadas de internet