domingo, 13 de marzo de 2011

Canarias en la Literatura Universal


Emily Dickinson, Tenerife y El Teide










La poeta estadounidense, nació en Amherst, condado de Hampshire, Massachussetts en 1830 y falleció en 1886, en la misma casa y lugar donde vio la luz por primera vez. Pertenecía a una destacada familia de Nueva Inglaterra, puritana y de hombres de leyes. Recibió una educación relevante para su época y condición, y mostró, desde el principio, inclinación hacia las letras. Inició su formación en la Academia de su ciudad natal y continuó en Mount Holyyoke. Allí tuvo un enfrentamiento con el dogmatismo calvinista y no regresó al curso siguiente.
Llevó una vida de estudio, de relaciones sociales, paseos, visitas hasta los 31 años, a partir de ese momento se encerró en su casa familiar y no volvió a salir. Se dedicó únicamente a escribir y su conexión con el exterior fue a través del canal epistolar. 
Sobre su reclusión voluntaria se han formulado diferentes conjeturas. Por un lado, era frecuente en su época que las mujeres desarrollaran la mayoría de sus actividades en el interior del hogar puesto que se les adjudicaba el papel de guardianas y veladoras de las buenas costumbres, la moral y la salud del hogar. Por otra parte, también se ha especulado con el objeto secreto de la mayoría de sus poemas, dos amores ocultos. Se cree que su padre le prohibió mantener relaciones con un estudiante de Derecho y, más tarde, pudo haberse enamorado de un pastor protestante casado, y cuya materialización sentimental se la supone inexistente. Otras teorías apuntan a la cercanía y confidencialidad con su cuñada y amiga Susan Huntington Gilbert, escritora, poeta, viajera y editora.
Desde el siglo XIX hasta hoy, se ha editado una amplia bibliografía que analiza estas circunstancias, como también alguna afección psicológica de la autora. Lo que, sí, denota es su alto sentido de la intimidad y de resguardar su vida personal. Su viaje más largo fue a Boston cuando acudió a la consulta de un oculista.
Emily Dickinson desarrolló su amplia producción poética desde el silencio y sólo un círculo muy reducido estuvo al tanto de sus creaciones literarias, en especial su hermana Vinnie. La mayoría de su obra fue publicada póstumamente y, en vida, sólo se conocieron cinco poemas, algunos contra su voluntad y otro sin constar su nombre.
Su poesía habla de Dios, del cielo, del alma, de la redención, del paso por la vida y de la muerte, no como un fin sino como medio de retorno al principio, al hogar. Simbólicamente relacionado con el ciclo del día: la mañana, el mediodía, el ocaso. La sepultura como una liberación, no como una condena. En todo caso, la Biblia y la liturgia puritana impregnan buena parte de su poesía. Bien es cierto, que la mayoría de su obra derivaba de su incasable actividad lectora, de la que se nutría y en la que se inspiraba, así como de la naturaleza y su meticulosa observación. Conoció y admiró las obras de Ralph W. Emerson, Nathaniel Hawthorne, las hermanas Brontë, Elizabeth Barret Browning, William Shakespeare, Coleridge, Wordsworth, Keats, Dickens, etc.
Emily Dickinson escribió alrededor de 1775 poemas. La estrofa básica es el himno bíblico o la balada constituida por cuatro versos. Son pocas las construcciones que superan los ocho versos. La rima y el ritmo están basados en la musicalidad de los cantos de la Biblia. Su lenguaje era preciso y uno de los aspectos más significativos fue el uso de términos grecolatinos para las ideas e ingleses y alemanes para las percepciones, tal y como señala Alan Tate.
Su obra fue publicada de forma fragmentaria y no siguiendo una ordenación cronológica lo que generó controversias a la hora de analizar su evolución lírica. Por otra parte, al no editar en vida, su obra no fue revisada, retocada, suprimida, añadida e incluso hay poemas inacabados. La contrapartida es conocer la obra desde la concepción primigenia de la autora, sin limar, al lector. Aunque su editor y amigo epistolar Thomas W. Higginson, no se sustrajo a la tentación de modificar algunos de sus poemas.





Emily Dickinson escribió: para viajar lejos no hay mejor nave que un libro. Y esta máxima debió seguir cuando compuso este poema, de una isla situada al otro lado del Atlántico, que nunca visitó y de un volcán, que jamás contempló a corta distancia. En el siglo XIX, sobre todo a partir de la segunda mitad, en plena época victoriana, hubo en ciertos sectores de la clase media y alta y en las mujeres, en particular, un deseo por viajar y conocer lugares más allá de Gran Bretaña. Singlaban en barcos a lejanos y exótico países y/o a emplazamientos próximos. Sus motivos no sólo fueron comerciales y mercantiles. Muchos de estos hombres y mujeres, retrataron con su mirada, a través de la pintura o la escritura, paisajes, vegetación, arquitecturas, costumbres, detalles pormenorizados de las sociedades que conocieron. En ese contexto, Canarias fue un lugar, nuevamente en la historia, de encrucijada y de lugar de encuentros. Viajeros que iban o venían de Europa, África, América, Asia y Oceanía. Buena parte de ellos, especialmente las damas victorianas, (pintoras, dibujantes, escritoras) realizaron un detallado documento gráfico y literario de las Islas de esa época. Escritoras, pintoras y viajeras como Anne Brassey, Marianne North, Elizabeth Murray, etc, Es fácil, por tanto, imaginar y deducir que Emily Dickinson, lectora voraz, estuvo al tanto de la literatura de viajes por prolija por aquellos años. La autora estadounidense debió tener acceso a algún relato y/ ilustración del volcán que emerge de Tenerife a 3.718 metros de altura a nivel del mar: El Teide.   

Este Pico emblemático, hermoso bajo la nieve en invierno y volcánico y turgente en verano, conmocionó a la autora americana. Pensemos que Emily Dickinson no conoció el Parque Nacional, ni los colores tornasolados del amanecer, ni las estrellas insinuándose sobre su cono en las noches sin luna, ni las especies endémicas de su entorno, como tajinastes o violetas del Teide o el pinzón azul. Aún, sin viajar físicamente, fue capaz por medio de las naves de unos versos, y el mar de un poema, de navegar hasta la isla de la que hizo emerger su Teide literario.


Ah, Teneriffe - Receding Mountain-
Purples of Ages halt for You-
Sunset reviews Her Sapphire Regiments-
Day - drops you His Red Adieu -
Still clad in Your Mail of Ices-
Eye of Granite - and Ear of Steel -
Passive alike - to Pomp - and Parting -
Ah, Teneriffe - We’re pleading still -


DICKINSON, E.

- Poemas 1-600. Sabina Editorial. 2012
Poemas 601-1200. Sabina Editorial. 2013 
- Poemas 1201-1786. Sabina Editorial. 2015
- Cartas. Lumen. 2009
Cien poemas. Bosch, Casa Editorial. 1987
Poemas. Tusquets. 2006
Poemas a la muerte. Bartleby Editores. 2010
The poems of Emily Dickinson. The Belknap Press of Harvard University Press, 1999

CANDEL DE PUERTA, M., «Emily Dickinson», en: Letralia, nº 248, 7 de marzo 2011. http://www.letralia.com/248/ensayo01.htm
HORMIGA, M., «Dickinson y El Teide», en: Bienmesabe, Revista Cultural Digital, nº 93, 2006. http://www.bienmesabe.org/noticia.php?id=8337











10 comentarios:

  1. Resulta interesante la relación de la poeta con el mundo exterior y la vinculación con la difusión de la literatura de viajeras victorianas a Canarias.Realmente motivador.

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  2. Que interesante Felicidad, no conocía este poema de Emily Dickinson, era una mujer muy especial, de una gran cultura y una imaginación fascinante.
    Te felicito por tu blog y te invito a conocer el mío, http://asomadaenlaventana.blogspot.com
    Saludos

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  3. Juani, creo que Emily Dickinson, sin moverse del interior de su casa, no paró de viajar a lo largo de toda su vida y, en ese sentido, las viajeras victorianas, sus relatos y dibujos, fueron de las mejores guías.
    Gracias

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  4. María, un honor que pases por este blog. Leí tu exhaustivo y lúcido ensayo en Letralia sobre Emily Dickinson y vi necesario colocar tu enlace a mi modesto comentario. Es un magnífico estudio para profundizar en la obra de la poeta estodounidense.
    Un abrazo

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  5. Wow! lo último que me hubiera imaginado al venir por acá era encontrar esa foto de Emily Dickinson (digo, ultimadamente sólo hay dos fotos, así que no sé por qué me sorprendo tanto).
    Pero a pesar de andar yo con su foto por acá y por allá (y algunos de sus poemas) nunca había leído nada de su biografía.
    Bueno: mi poesía es muy mala. Pero tengo 31 años, me acaban de romper el corazón y estoy enamorada de un hombre casado que es amor imposible e irrealizable. Así que corro el riego de quedarme encerrada en mi casa y mantener con el mundo comunicación epistolar-electrónica.
    Dado que mi poesía es tan mala, supongo que tendré que salir un poco más de casa...
    Gran blog. :)
    Y gracias por la visita allá...

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  6. Esponjita, la verdad es que te ajustas muy bien al perfil de Emily Dickinson, hasta en la foto, así que yo me plantearía salir más de casa no sea que acabes como la poeta estadounidense, aunque México es tan atractivo y atrayente que seguro no podrás evitar lanzarte al exterior, a buscar poesía a culaquier lado. Y el corazón roto es una auténtica reserva emocional para escribir. Me alegra que hayas recalado por aquí.
    Un abrazo

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  7. Asombrosa la vida de Emily, por ciertos detalles similares en sus vidas me hizo recordar y asociar a las Brontë.
    Interesante!
    Cariños!

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  8. Perla, la verdad es que fueron casi coetáneas, y llevaron esa vida de mujeres invisibles, encerradas en su mundo, creadoras ignoradas, que el tiempo y su incuestionable calidad literaria han reparado y hoy podemos disfrutar de su poesía y sus relatos.
    Gracias por pasar por este blog.
    Un abrazo

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  9. Taio, coincido contigo, tanto la vida como la poesía de Emily Dickinson, son muy atrayentes.
    Gracias por seguir entrando en este Café literario.
    Un abrazo

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