martes, 18 de febrero de 2020

RELATOS DE LA PATAGONIA DE FELICIDAD BATISTA. RESEÑA DE RUBÉN METTINI

Agradecer al escritor Rubén Mettini la reseña que realizó sobre Relatos de la Patagonia. Así como a la escritora Irma Ariola Medina por publicarlo en Palabra y Verso


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Relatos de la Patagonia, de Felicidad Batista





Una reseña de Rubén Mettini


Edita Jam Ediciones. 2017
Felicidad Batista tiene un marcado interés por los temas latinoamericanos, por sus espacios, geografía y personajes. Deduzco que ha viajado mucho por esas tierras, especialmente por América del Sur y de aquí seguramente extrae su bagaje narrativo de lugares y experiencias que marcaron su vida.
Si su novela Finis Mare, que reseñé hace unos meses para el blog de Palabra y verso escritores, creaba un Arafo imaginario y nos contaba secretos de esas tierras tinerfeñas, con la absoluta presencia del mar, en este libro se sumerge de lleno en la Patagonia, un extenso territorio que ocupa el sur de Argentina y Chile. El libro contiene 14 cuentos de perfecta escritura, cuyas traman ocurren entre finales del 1800 y comienzos del siglo XX, aunque algún cuento se remonta a Magallanes.
Lo verdaderamente llamativo es como el desmesurado espacio se vuelve un protagonista más en cada cuento. Las extensas llanuras, los parajes desérticos, las islas del sur de Chile, el oleaje furioso que afrontan los navegantes a riesgo de perder su vida, el viento incesante que enloquece a los protagonistas. Cito aquí un fragmento del relato La bibliotecaria del viento, que nos habla del viento austral:
«En el sur –contó aquel hombre de norte– las tierras son bravías y para resistir, hay que tener en la sangre el mismo hielo que habita fuera. Ustedes dicen conocer el viento, pero el austral es indomable y cruel. Y no se apiada ni de los árboles, a los que doblega, ni de los animales, a los que los golpea, ni de los hombres, a los que hace desaparecer.»
En ese espacio se mueven irlandeses y escoceses, alemanes, gente venida de países eslavos, hombres que buscan oro, mujeres que subidas a un carro llevan libros por los pueblos, hombres que se enrolan en un barco para ir a pescar lobos marinos, mujeres que, con su familia, adquieren una tierra seca, llena de cascotes, y plantan parras, crían ganado y transforman el sitio inhóspito en su morada definitiva.
Felicidad Batista utiliza casi siempre una primera persona que cuenta la historia, pero no siempre su propia historia. Son relatos que se oyen en un almacén, en una taberna o en un puerto. Alguien que vio a alguien en sus recorridos por esos parajes y conoció su historia. Así las anécdotas llegan de voces lejanas. Ese narrador relator entronca de manera clara con la narrativa gauchesca argentina. Admiro en la escritora su seguridad para construir sus relatos. Desde el inicio nos conduce a un párrafo o frase final que hará que el cuento sea un todo, un artificio compacto. No guarda ese final como sorpresa, como ocurre en tantos relatos, sino a la manera de un broche áureo que nos configura la totalidad.
A esos narradores en primera persona que oyeron singulares historias y nos las relatan, hay que sumar la prosa exquisita, donde cada palabra pesa, donde las descripciones tienen precisión y belleza. Una prosa que aúna delicadeza y fuerza. Me atrevería a decir que Felicidad Batista es una de las mejores narradoras jóvenes de las islas.
Recomiendo la lectura de Relatos de la Patagonia. Debería ser prescriptivo en las escuelas secundarias para aprender eso que le dieron en llamar “cómo se escribe un cuento”. Y termino con una breve biografía de la escritora. Felicidad Batista nació en Arafo (Tenerife). Es Licenciada en Historia del Arte y trabaja en la Biblioteca de Presidencia del Gobierno de Canarias. Ha publicado en Argentina, Chile, Perú y Venezuela. Su primer libro de relatos fue Los espejos que se miran, el segundo es este. Su primera novela fue Finis Mare, editada por Escritura entre las nubes; su 2º edición apareció en 2017.


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