martes, 3 de enero de 2023

Buenos Aires 1929 Café Literario cumple 12 años: más de 500.000 visitas recibidas y muchas historias que contar


 

Felicidad Batista. Café Tortoni. Buenos Aires. Argentina 

Buenos Aires 1929 Café Literario cumple 12 años. Un trayecto enriquecedor de relatos, reseñas, crónicas, artículos y textos diversos. Ha alcanzado más de 500.000 visitas. Doce años de conocer otros escritores y escritoras a través de sus espacios. Encuentros de aprendizaje y enriquecimiento. Pero, sobre todo, de enlazar amistades que perduran  en el trato o en el recuerdo. Doce años de una trayectoria literaria publicada que ha sido intensa, incasable y emotiva. 
El blog surgió de una decisión que tomé el 7 de agosto de 2010. Me encontraba de viaje por Argentina. Estaba sentada en las gradas del estadio de "La Bombonera" en el barrio de La Boca, Buenos Aires. Trataba, aquella mañana de invierno luminoso, de escuchar, en aquel silencio diáfano, el rugido, el estruendo de los aficionados, los saltos que estremecen sus gradas y el cercano Caminito. Reparé entonces en un cartel publicitario. Decía:  "Destapá felicidad". 

Estadio La Bombonera

Pensé en aquel instante que tal vez sería una buena idea publicar cuanto desde la infancia había escrito al socaire del silencio y lo invisible. Pondría en marcha un blog  donde mis amigos y conocidos los leyeran. Así que meses después de regresar a Canarias, decidí que llevaría el título de uno de mis primeros relatos leídos en público: Buenas Aires 1929, durante un curso en la Escuela Canaria de Creación Literaria. En diciembre, por fin, me atreví a abrir este café literario. 

Pronto comenzaron a entrar lectores de muchas partes del mundo. América Latina, América del Norte y Europa, sobre todo. Dejaban sus comentarios y cuando alcanzó las 100 visitas me pareció que había llegado muy lejos. Pero solo era el principio de una década cargada de acontecimientos literarios que nunca imaginé que pudieran suceder.

Empecé a recibir invitaciones para publicar en otros blogs, en revistas y en antologías de Argentina, Bolivia, Chile, Honduras, México, Nicaragua, Perú, Venezuela y en España a través de Generación Bibliocafé de Valencia. Llegaron algunos premios literarios y las primeros relatos editados en papel. 


Felicidad Batista. Acto de Premiación. Lebu. Chile


Felicidad Batista. Placa con el relato Luz de tango. Ganador del I Certamen Internacional Pleamar. Centro Cultural KemKem. Quequén. Argentina

Declarada de Interés Cultural por la Secretaría Cultural de Mar del Plata. Argentina. Con el representante cultural, el música Alberto Chahin y la cantante de tango Soraya Ruth. Felicidad Batista

Y de aquellos relatos aparecidos en el blog y otros inéditos, en 2014, se publicó Los espejos que se miran. 50 relatos y cuentos con imagen de cubierta e ilustraciones de la artista y crítica literaria Fuensanta Niñirola y la edición de Mauro Guillén.


Presentación en Arafo con el entonces alcalde José Juan Lemes, el escritor y actual Diputado del Común Rafael Yanes Mesa y Felicidad Batista

Tres años más tarde después de repetir viajes a la Argentina austral y adentrarme también en la Patagonia chilena, escribí Relatos de la Patagonia


Ruta del Fin del Mundo. Chile

Relatos de la Patagonia asomado a la librería Ateneo Grand Splendid. 
Buenos Aires, Argentina

Presentación de los Relatos de la Patagonia en la Biblioteca Pública de Quequén. Provincia de Buenos Aires. Con los escritores Juan Manuel Montero Lacasa y José Rhsaid


Felicidad Batista. Biblioteca Pública de Quequén.
Provincia de Buenos Aires. Argentina


La primera edición de mi novela Finis Mare vio la luz a finales de 2017, la segunda edición en 2018, y la reimpresión a comienzos de 2020.




Presentación en Arafo con el escritor y actual Diputado del Común Rafael Yanes Mesa. la escritora y editora Elena Morales, el escritor, diseñador gráfico y autor de la cubierta Jacobo Tendero y Felicidad Batista

Booktrailer de Finis Mare





Fue el año que entré como socia en la Asociación Cultural Canaria de Escritores/as ACTE Canarias y que hoy tengo el honor de presidir.












La Literatura es Femenina. Proyecto DEMOS.
Diputación del Común




Quintas Jornadas Literarias de la Ermita. 
Arucas. Gran Canaria 2022.



Accésit I Certamen Internacional de Microrrelato
 Ángeles Álvarez Arazola (Jaén, 2021)




Segundo Concurso Internacional de Cuento y Poesía 

"Julio Cortázar" 2022. 

Sociedad Argentina de Escritores S.A.D.E.

(Lomas de Zamora. Buenos Aires. Argentina)

Mención Género Cuento: La palabra habitada Felicidad Batista 


Actividades, eventos, participaciones, recitales y acontecimientos que siempre me han llenado de estímulo para seguir trabajando. En ese sentido todas y cada una de las antologías en las que he intervenido han sido siempre la primera. Y ninguna hubiera sido posible sin este primer paso en el blog.




Una década de publicaciones que partieron de aquel Estadio del Club Atlético Boca Juniors de 2010. Era una mañana de invierno austral y también fue en el invierno, pero boreal, cuando abrió sus puertas. Un blog lleno de amigos que guardo como el mejor de los premios. 

Sé que he publicado más de 200 relatos, repartidos  en Los espejos que se miran, Relatos de la Patagonia y en más de cuarenta antologías, páginas webs, periódicos, blogs, etc. Una novela, Finis Mare, que pronto serán más. Y en diferentes países: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Honduras, México, Nicaragua, Perú y España. Sin embargo, lo percibo como una trayectoria que apenas comienza. 

Un Caminito nuevo que se construye cada vez que nos enfrentamos a una de nuestras historias. Cada vez que nos sumergimos en la ficción para rescatar pedacitos de realidad. Una ruta de la que siempre partimos del kilómetro cero y el recorrido no es más que el aprendizaje continuo desde la certeza de que está aún todo por hacer.  

Escribir es leer y después trabajar incansablemente. Y lo que da sentido a tantas horas, años y silencios en la intimidad de la creación, es la magia inesperada de quienes nos leen. A quienes agradezco permanentemente su tiempo y sus miradas lectoras.

GRACIAS a todos los que a lo largo de estos años han entrado, se han sentado en este café literario, y han tenido la deferencia de conocer mis letras que, junto a un buen café, hemos compartido.

La navegación continúa. 

Nos encontramos en Buenos Aires 1929 Café Literario,  en las redes sociales y en la página web de esta autora.



MUCHAS GRACIAS POR ESTOS DOCE AÑOS



viernes, 3 de junio de 2022

 SEMILLA LITERARIA II. FELICIDAD BATISTA

Colaboración del Instituto Canario de Desarrollo Cultural ICDC del Gobierno de Canarias, para AMULL, Asociación de Alumnos y Ex-Alumnos del Programa de Mayores de la Universidad de La Laguna.Proyecto dirigido a la población sénior, a fin de darles a conocer a las escritoras y escritores canarios de distintas generaciones que integran la literatura canaria actual.





jueves, 16 de septiembre de 2021

La Firma de Felicidad Batista. Radio Ecca




La firma del 15 de septiembre en el informativo matinal de Radio ECCA que dirige y conduce Miguel Ángel Reyes Lemus.  La reflexión va sobre  el fuego.  El que calcina y destruye y el que incendia desde la literatura. 

Fuego del poeta Luis Feria


miércoles, 9 de septiembre de 2020

GENERACIÓN 21: NUEVAS NOVELISTAS CANARIAS

Artículo de Eduardo García Rojas en El Escobillón


G21:Nuevas novelistas canarias, en octubre


La publicación de G 21: nuevos novelistas canarios significó un antes y un después en la agitada historia de la literatura escrita en las islas. El libro reunía doce relatos de doce escritores de las islas que dio a conocer en mucho de los casos a autores que, viviendo en el mismo archipiélago, no se conocían, así que también sirvió para que tomaran contacto unos con otros porque además de haber nacido en la misma década, los sesenta del pasado siglo XX, los unía mismas inquietudes creativas pese a que sus orígenes literarios fueran diversos.

El libro dio a conocer a escritores radicalmente diferentes y algunos han conseguido consolidar su trayectoria literaria no solo en las islas sino también en el ámbito nacional. 

G21, la apuesta, había ganado la partida. 

Una decena de años después el mismo editor, Ánghel Morales, repite la experiencia con G21: nuevas novelistas canarias, un proyecto que Morales iba mascando desde hace varios años y en el que ahora presenta doce relatos de doce escritoras que ya cuentan con un notable bagaje de publicaciones en su biografía y volumen que está previsto que se presente el 21 de octubre en el Casino Principal de Tenerife, en la capital tinerfeña, por Miriam Z. Albéniz en un acto que arroparán, probablemente, las doce narradores que participan con sus historias en el libro.

Ellas son (en cursiva el título del cuento con el que colaboran): 

Felicidad Batista con Suite para un faro

Cristi Cruz Reyes con Páginas aladas

María Teresa de Vega con Caciquismo literario

Cecilia Domínguez Luis con Y en eso llegó Ariadna

Pilar Escalona con Ayoze en la Punta del Hidalgo

Ana Joyanes Romo con Úrsula, de consuegra

Elizabeth López Caballero con Bajo la piel

Mayte Martín con La vida te empuja, Julieta, te empuja

Fátima Martín Rodríguez con Espejismo

Maca Martinón con Tres golpes capitales

María Candelaria Pérez Galván con Por nada del mundo

Elena Puchalt Ruiz con El caso del artista

Saludos, a la espera un vez más, desde este lado del ordenador


domingo, 30 de agosto de 2020

viernes, 8 de mayo de 2020

CHARLAS MINIFICCIÓN YURENA GONZÁLEZ HERRERA CON FELICIDAD BATISTA

Entrevista realizada el 6 de mayo de 2020 por Yurena González Herrera a Felicidad Batista en Instagram. En el marco de semanas dedicadas, cada día a entrevistar diferentes escritoras de Argentina, Chile, México, Perú y España sobre el género de la minificción.







martes, 18 de febrero de 2020

RELATOS DE LA PATAGONIA DE FELICIDAD BATISTA. RESEÑA DE RUBÉN METTINI

Agradecer al escritor Rubén Mettini la reseña que realizó sobre Relatos de la Patagonia. Así como a la escritora Irma Ariola Medina por publicarlo en Palabra y Verso


TE RECOMENDAMOS Relatos de la Patagonia, de Felicidad Batista

Relatos de la Patagonia, de Felicidad Batista





Una reseña de Rubén Mettini


Edita Jam Ediciones. 2017
Felicidad Batista tiene un marcado interés por los temas latinoamericanos, por sus espacios, geografía y personajes. Deduzco que ha viajado mucho por esas tierras, especialmente por América del Sur y de aquí seguramente extrae su bagaje narrativo de lugares y experiencias que marcaron su vida.
Si su novela Finis Mare, que reseñé hace unos meses para el blog de Palabra y verso escritores, creaba un Arafo imaginario y nos contaba secretos de esas tierras tinerfeñas, con la absoluta presencia del mar, en este libro se sumerge de lleno en la Patagonia, un extenso territorio que ocupa el sur de Argentina y Chile. El libro contiene 14 cuentos de perfecta escritura, cuyas traman ocurren entre finales del 1800 y comienzos del siglo XX, aunque algún cuento se remonta a Magallanes.
Lo verdaderamente llamativo es como el desmesurado espacio se vuelve un protagonista más en cada cuento. Las extensas llanuras, los parajes desérticos, las islas del sur de Chile, el oleaje furioso que afrontan los navegantes a riesgo de perder su vida, el viento incesante que enloquece a los protagonistas. Cito aquí un fragmento del relato La bibliotecaria del viento, que nos habla del viento austral:
«En el sur –contó aquel hombre de norte– las tierras son bravías y para resistir, hay que tener en la sangre el mismo hielo que habita fuera. Ustedes dicen conocer el viento, pero el austral es indomable y cruel. Y no se apiada ni de los árboles, a los que doblega, ni de los animales, a los que los golpea, ni de los hombres, a los que hace desaparecer.»
En ese espacio se mueven irlandeses y escoceses, alemanes, gente venida de países eslavos, hombres que buscan oro, mujeres que subidas a un carro llevan libros por los pueblos, hombres que se enrolan en un barco para ir a pescar lobos marinos, mujeres que, con su familia, adquieren una tierra seca, llena de cascotes, y plantan parras, crían ganado y transforman el sitio inhóspito en su morada definitiva.
Felicidad Batista utiliza casi siempre una primera persona que cuenta la historia, pero no siempre su propia historia. Son relatos que se oyen en un almacén, en una taberna o en un puerto. Alguien que vio a alguien en sus recorridos por esos parajes y conoció su historia. Así las anécdotas llegan de voces lejanas. Ese narrador relator entronca de manera clara con la narrativa gauchesca argentina. Admiro en la escritora su seguridad para construir sus relatos. Desde el inicio nos conduce a un párrafo o frase final que hará que el cuento sea un todo, un artificio compacto. No guarda ese final como sorpresa, como ocurre en tantos relatos, sino a la manera de un broche áureo que nos configura la totalidad.
A esos narradores en primera persona que oyeron singulares historias y nos las relatan, hay que sumar la prosa exquisita, donde cada palabra pesa, donde las descripciones tienen precisión y belleza. Una prosa que aúna delicadeza y fuerza. Me atrevería a decir que Felicidad Batista es una de las mejores narradoras jóvenes de las islas.
Recomiendo la lectura de Relatos de la Patagonia. Debería ser prescriptivo en las escuelas secundarias para aprender eso que le dieron en llamar “cómo se escribe un cuento”. Y termino con una breve biografía de la escritora. Felicidad Batista nació en Arafo (Tenerife). Es Licenciada en Historia del Arte y trabaja en la Biblioteca de Presidencia del Gobierno de Canarias. Ha publicado en Argentina, Chile, Perú y Venezuela. Su primer libro de relatos fue Los espejos que se miran, el segundo es este. Su primera novela fue Finis Mare, editada por Escritura entre las nubes; su 2º edición apareció en 2017.


lunes, 15 de abril de 2019

FINIS MARE, UNA NOVELA DE FELICIDAD BATISTA. Por Elena Villamandos González

PUBLICADO EN DRAGARIA
REVISTA CANARIA DE LITERATURA



‘Finis mare’, una novela de Felicidad Batista




Elena Villamandos
María Elena Villamand
os González (Santa Cruz de Tenerife, 1971) es narradora y poeta. Autora de la novela ‘Pasajeros del tiempo’, ha ganado el premio Cajacanarias con el cuento titulado ‘Trazos Interrumpidos’ y el del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife con el conjunto de relatos ‘Curiosas Atadura’. Algunos de sus escritos han sido recogidos en diferentes antologías de microrrelatos y de poesía, y han sido publicados en suplementos de periódicos y en revistas enfocadas a la literatura y al arte en general. Coordinadora de los talleres de creación literaria Los inventores de cuentos impartidos en la biblioteca pública del TEA y en el centro de enseñanzas artísticas Rayuela, ha participado en los talleres de creación literaria del escritor peruano Jorge Eduardo Benavides y en los clubs de lectura del TEA, además de en la Escuela de Actores de Canarias. Blog – Facebook – en DRAGARIA
«Miranda condujo por la autopista del sur de la isla, desde La Laguna hasta el desvío de Bórcor. Ascendió por la carretera comarcal —un viejo y estrecho camino de carros, asfaltado en la posguerra—, paralela a la hendidura de un barranco…».
C

on esta delicada descripción del viaje de Miranda hacia Bórcor, se inicia la novela Finis mare (Escritura entre las nubes, 2017), de Felicidad Batista, donde ya desde el principio la autora nos permite entrever la relación que existe entre el paisaje y el mundo interior del personaje, relación indisoluble entre el fenómeno externo y el interno, que viene a conformar la compleja realidad humana, no solo la del individuo, sino también la de las familias y, por lo tanto y aún más tratándose de territorios cerrados tanto geográfica como culturalmente hablando, la de la memoria de muchos de nuestros pueblos. 
Es curioso ir descubriendo, página tras página, cómo el viaje de Miranda hacia la recuperación de su historia personal se ve reflejado constantemente en las descripciones del paisaje que ella hace en sus traslados en coche desde la casa familiar, a pie de costa, hasta el pueblo, por esas carreteras zigzagueantes del sur que muchos conocemos bien. Subir al pueblo, para Miranda, es recoger testimonios de vecinos y lugareños que aporten luz sobre un pasado que a ella le fue vetado desde pequeña. Bajar a la costa, a la casa familiar que acaba de adquirir por herencia, es sumergirse en sus propias emociones, en lo nuevo y en lo antiguo para conformar esta identidad recién desvelada.  
Es el mar, en esta narración, sinónimo de todo este mundo emocional del personaje. Un mar como vigía del tiempo, espectador de una sociedad que parece estancada en el pasado, en sus fantasmas y silencios y el océano está ahí, perfecto vigía que no juzga, solo mueve y remueve emociones. Miranda lo percibe en contraste, a la espera de que algo nuevo suceda, quizás el resurgir de esta identidad suya en la cual aquellos matices que desde pequeña se le negaron aparecen y relucen ahora con un brillo, en ocasiones, cegador y en otras ocasiones repleto de esas sombras que tanto la confunden.
La escritura, realizada en una meticulosa tercera persona donde no se ha escatimado en diálogos, por otro lado muy bien construidos, asienta sus bases en lo que yo denominaría el relato testimonial, otra de las características del estilo de Felicidad Batista, y es en esta novela donde el relato testimonial se alza como método narrativo con enorme claridad. 
«FELICIDAD DIBUJA EL RETRATO DE UNA SOCIEDAD DONDE EL MIEDO A HABLAR HEREDADO DE LA DICTADURA AÚN SE VISLUMBRA Y PERDURA»










La historia familiar y por lo tanto también la del pueblo, se va desenterrando a través del testimonio de los vecinos pero, y ahí es donde radica lo más interesante de este recurso estilístico, no solo a través de sus testimonios sino también y sobre todo a través de sus silencios. A través de esos pequeños gestos que dicen pero no dicen, que callan, silencios que se transforman en gestos de desagrado a la pregunta formulada, en rechazo a hablar. De esta forma, de una manera diría que magistralmente sutil, Felicidad dibuja el retrato de una sociedad donde el miedo a hablar heredado de la dictadura aún se vislumbra y perdura. Un estancamiento y un cerramiento que viene a justificar la falta de memoria de las nuevas generaciones. Un, borra del pasado todo lo malo, lo indigno, aquello delo que no nos sentimos orgullosos, por protección y por amor pero, ¿hasta qué punto tenemos derecho a ello? 
Como se pregunta Miranda: ¿por qué la madre le negó el derecho a saber de dónde provenía exactamente, del amor que en el fondo su abuela paterna parece ser que siempre le había profesado? ¿Cuáles son los límites entre el amor y el respeto? ¿En qué medida la protección a un ser querido nos da potestad para negarle el conocimiento de su pasado, que al fin y al cabo es lo que nos hace?
Con todos estos sentimientos debe lidiar a diario Miranda desde el momento en que le llegó el aviso de que tenía que firmar la aceptación de la herencia de la casa familiar paterna si no quería quedarse sin ella y ella fue a Bórcor, con el corazón en un puño dispuesta, tal y para lo que su madre la había adoctrinado desde niña, a decir rotundamente que no y que la dignidad de su sangre materna se escuchase en todo el pueblo y por siempre quedase estampada en la historia de aquella pequeña localidad que funciona como un micromundo, como una isla dentro de otra isla con sus propias normas de convivencia, con sus infiernos interiores, con sus secretos y evidencias. Sin embargo, ella no dijo que no y fue en ese instante cuando Miranda firmó su compromiso con ese viaje de descubrimiento que nos narra la novela, un viaje hacia sí misma y hacia el repudiado linaje de su padre que finalmente la llevó a cerrar el círculo familiar. De esta manera, en la última parte del libro, el lector viene a descubrir quién fue desde la primera página esa voz narradora omnisciente que ha descrito toda la novela y que solo de vez en cuando se insinúa, como un personaje escondido que asomara apenas su nariz entre acto y acto tras el telón del escenario.
»SE TRATA DE UNA NARRACIÓN REPLETA DE DESCRIPCIONES ALTAMENTE LOGRADAS DONDE EL PAISAJE EXTERNO VIENE A SIMBOLIZAR EL INTERNO»










Para finalizar y para resumir, decir que Finis mare desentraña la historia familiar y local de un pueblo del sur de Tenerife. Decir que se trata de una narración repleta de descripciones altamente logradas donde, como ya dije antes, el paisaje externo viene a simbolizar el interno, no solo del personaje sino también de toda su memoria que poco a poco va desenterrando. Decir también que es una narración circular, que lo que parece terminar en un punto es solo la apertura a todo lo demás y que eso no lo vendremos a descubrir hasta el final y decir, ya por último, que todo esto se hace a través de una escritura clara, limpia, fluida y coherente, cosas que yo, como lectora, agradezco enormemente. 
Felicidad Batista tiene el buenhacer de quien trabaja la pulcritud del lenguaje como si tuviese un cincel en la mano sin dejar sin embargo de lado la enorme sensibilidad de la observadora puntillosa y empática. Su visión profundamente realista de la escritura le da un matiz de antropóloga en muchas ocasiones, donde el método testimonial podría incluso tratarse como un cuaderno de campo desde el que comprender la realidad de los personajes y de los pueblos sin dejar de lado, por ello, el estilismo puramente literario. Esa manerade narrar con esa enorme empatía hacia sus personajes y hacia su forma de observar las cosas según sus estados internos, aproximan a Felicidad Batista a la escuela del realismo literario propia de escritores como Vicente Blasco IbáñezMiguel Delibes o Rafael Arozarena, por no seguir sacando nombres de esa larga lista de autores hispanoamericanos a los que también podríamos acuñar dentro del género.
Opino que Felicidad Batista, con esta novela, se define como una de las mejores novelistas que están actualmente publicando en Canarias. En resumen, una lectura más que recomendada para los amantes de la buena literatura.


 


PUBLICADO TAMBIÉN EN LA SECCIÓN LITERARIA "EL PERSEGUIDOR" DIARIO DE AVISOS (19 de Febrero de 2019)


jueves, 13 de septiembre de 2018

CENICITO








Se llamaba Cenicito y era el gato de mamá. Tenía el color del humo en la Noche de San Juan. Sus pasos parecían flotar sobre la hierba y su cuerpo era de una levedad elegante. Cuando miraba, desde sus  ojos esmeralda y musgo de invierno, buscaba palabras. Esa voz que lo anclara a la casa, al jardín, a la siesta tranquila bajo los rosales. Cuando mamá enfermó, él se apostaba en la ventana a la espera de una puerta abierta para entrar. Y trepaba a su cama y, como el mejor artista del Circo del Sol, desplegaba todo su repertorio de piruetas,  doble saltos, volteretas …, hasta que mamá sonreía. 
Cuando ella se fue, como nosotros, la buscaba incesante, entre maullidos y mirada desesperada. Se volvió bohemio y callejero. Pero siempre que yo regresaba a la casa familiar, él me esperaba detrás de la cancela o sentado sobre un muro en pose de modelo de calendario gatuno. Se desperezaba, saltaba, y me regalaba algunas de sus contorsiones, no tantas y ni tan variadas como las que le hacía a mamá, pero sentía su alegre bienvenida. Después, como un espectador de un partido de tenis, se apostaba en una posición estratégica, desde la que seguía las conversaciones familiares. Y antes de marcharse, posaba sus manos sobre mi muslo, levantaba la cabeza, me miraba a los ojos, y emitía un maullido casi inaudible. Era su manera de decirme lo contento que estaba por verme. 
En el verano de 2017 su salud se resintió y pronto supimos que padecía leucemia. Las radiografías pusieron al descubierto los numerosos balines que recorrían su cuerpo. Salvajada perpetrada por algún depredador inhumano. Sus ojos de monte verde se volvieron una desconsolada despedida. Regresar a la casa familiar era para mi un continuo sobresalto. Temía  no ver su figura mullida sobre el muro. Octubre, otoño descarnado, fue su último mes. Se marchó el 20, curiosamente el mismo día del cumpleaños de mamá. 

Ha transcurrido casi un año y, en todo este tiempo, no he sabido despedirme del Cenicito. Ni escribirle unas palabras, esas que tanto le gustaba escuchar. Ahora, algunas noches, miro al cielo. Y cuando veo pasar una brizna de nube gris cerca de una estrella, imagino que es el Cenicito con sus cabriolas ante la sonrisa de mamá.



martes, 26 de junio de 2018

A LAS PUERTAS DE EMILY DICKINSON







Emily Dickinson he venido a buscarte. Bajemos la escalera. Unos pasos bastarán para alcanzar la puerta. Sé que no quieres salir de tu apacible habitación. También me hiere la algarabía. También me salva la solitud de mi cuarto. Sí, sé que te perturba el aroma de las rosas en el jardín. Yo solo siento cuando se deshojan sin mano que las acune. Que te duelen las miradas dentadas. Pero hay miradas que sonríen. Tienes el mundo con sus mares y continentes anclado a la ventana. Puedes ver el Cáucaso, el Teide o Los Alpes con solo contemplar a través del cristal. Pero necesito que me acompañes a buscar las palabras con las que derrotar a las manadas que campan en la noche de la injusticia. 

Emily Dickinson se acabó el tiempo de escribir en la esquina de un sobre, en el envés de una factura, en el resquicio de un catálogo, en la página de un libro, en el borde del silencio. He venido de lejos, he escalado con pasos esperanzados tu escalera, he empujado la puerta e invadido tu paraíso en busca de tus palabras. No sé cuáles ni cuántas necesito para llegar a la justicia sorda que libera a los culpables y acorrala al encierro a las víctimas. Saca los cuadernos de tus versos y bajemos a buscar un cielo donde hacerlos volar. Descenderán entonces esas palabras que busco. Descenderán, tal vez. Suena el zumbido de las abejas y el canto de los pájaros anuncia el verano, pero afuera cae escarcha en los ojos de las mujeres. Quieren poner grilletes a nuestros pasos.

Emily Dickinson también yo creo en la belleza para salvarnos, pero ahora es tiempo de palabras que planeen por el turbio bosque, que naden profundo, que roturen los campos, que caminen libres por la madrugada de ciudades, pueblos y caminos, que crucen puentes sin mirar atrás, se desnuden bajo la luna, y chapaleen al alba en los charcos del rocío. Sin miedo, sin peligros, sin amenazas. Palabras que en tropel dispersen y sustituyan a las otras palabras, las que se asoman a los espejos, las que miran a otro lado, las que se atrincheran en las sentencias disfrazadas de ajustadas a ley.

Emily Dickinson, salgamos juntas a vencer con palabras a las manadas y a cuántos bárbaros desde estrados, atriles, códigos o empuñaduras de puntilla, han olvidado que la justicia también es mujer. Necesito la voz de tus versos para encender las farolas que ellos apagaron y las estrellas que ya no alumbran sonrisas en la noche. Abramos la puerta y salgamos porque también, junto a tu jardín, se escuchan llantos de niños a los que les han robado sus padres. 
Son tantas las palabras, Emily Dickinson, que necesitamos que, con tu soledad y mi solitud, podemos hacerlas navegar hasta la orilla de ese no que es no. 

Te esperaré abajo, sentada a tu puerta. Las primeras palabras ya se agolpan en el jardín. Escucho tus pasos, vibran en cada escalón, suenan a camino, a luz, al suave tintineo del silencio que se ve. Palabras libres, justas, iguales, diversas, visibles, comprometidas…  Subamos las palabras al viento para que viajen lejos, habiten las tormentas y lluevan sobre las tierras yermas de la injusticia. Germinen bajo el sol, encarcelen a las manadas, rompan las jaulas y devuelvan los padres a los niños,  cesen las violaciones, los crímenes y se escuchen de nuevo los pasos firmes y seguros de cada mujer con su libertad.