domingo, 20 de marzo de 2011

La mirada que vuelve

La cortina se asomaba al jardín y volvía a retroceder impelida por la corriente que se establecía entre la puerta abierta de su dormitorio y el exterior. Observada desde mi posición, al otro lado de la calle, adquiría cierto ritmo a medio camino entre danzón y cumbia. Abrí la cancela y caminé unos pasos por la vereda pedregosa que conducía a los escalones de la entrada principal. La casa evocaba reminiscencias coloniales del sur de Estados Unidos. El padre del dueño procedía de Cuba pero buena parte de su vida había transcurrido en La Luisiana. Así que cuando se trasladó a Canarias, a mediados de los años veinte del siglo pasado, se hizo construir esta mansión. El aroma a azahar se mezclaba con el de los geranios y las buganvillas. Antes de pisar el primer peldaño, la puerta cedió y de su interior emergió una mujer labrada por el tiempo, de cabellera gris abundante y con el rostro biselado por vestigios de rutas horizontales en la frente y en todas direcciones, por el resto de la cara. Me identifiqué como la doctora que sustituía a don Luis Vives. Durante unos segundos pareció inspeccionarme como si con un concienzudo análisis visual pudiera determinar mi cualificación. Por fin me hizo pasar. La tarde se ennegrecía a mis espaldas por un tropel de nubes carbonosas que avanzaban desde el oeste. Cerró la puerta y me condujo por una amplia escalinata que me recordó la de los Doce Robles.
Nada de luz artificial, así que el trayecto hasta la habitación del enfermo la hicimos a la lumbre del crepúsculo. La combinación de los medicamentos con el sudor y el orín producía un olor nauseabundo, comprendí, entonces, porque la cortina trataba de huir al jardín. Me acerqué a don Alejandro Hernández Baudet, pálido, con la cabeza enterrada en la almohada, la boca entreabierta, enmarcada por un bigote a modo de toldo y sobre el que habían descargado varias nevadas. El ruido de su respiración se asemejaba a uno de los insoportables motores de su fábrica de galletas que, situada a la entrada del pueblo, anegaba sus calles de un olor dulzón que nada tenía que ver con el que envolvía su lecho de enfermo. Comprobé la ausencia de fiebre, medí su presión sanguínea, las bajas pulsaciones y aunque no abrió los ojos yo sabía que estaba consciente. Le pedí a la anciana cuidadora que me trajera agua caliente con el objeto de quitarme su pegajosa e incómoda presencia. Retiré las sábanas y ausculté al paciente. Señor Baudet, sólo con abandonar el tabaco podrá restablecerse, no digo curarse, nunca prometo a mis pacientes sus propios deseos pero sí puedo ayudarlos a distanciarse, al menos por un tiempo, de la muerte. Pero don Alejandro no dio muestras de escucharme aunque me oía perfectamente. Cuando mis manos investigadoras se entretuvieron en su vientre y creyó que mis intenciones eran continuar hacia el sur del abdomen, contuvo unos instantes el fuelle escandaloso de sus pulmones. Cumplirá noventa y cuatro años el próximo mes, si quiere celebrarlo siga mi consejo. Su párpado derecho se elevó con la lentitud de un puente levadizo. ¿Es usted mi nueva enfermera? No, soy su doctora hasta que don Luis regrese de Gran Canaria. ¡Ah no, no, no puede ser! Él conoce todo mi historial, sabe lo qué me pasa y porqué. Los dos somos médicos. Sí, pero usted es muy joven y…; soy mujer; no, pero mi caso requiere veteranía. Qué tiene de particular un enfisema pulmonar tratado por un médico maduro o una profesional más joven. No se ofenda, doctora, doctora… Aurora Morales. De nuevo, el rugido que provenía de la sala de máquinas de su pecho se detuvo, sus viejos y desvaídos músculos regresaron para tensar su cuerpo como una cuerda por la que caminan los acróbatas, sus párpados se descorrieron y sus ojos, sembrados de minúsculos riachuelos rojos inundados por lacrimales defectuosos, se agrandaron como si, camuflado bajo mi piel, un fantasma del pasado hubiera invadido su estancia. Cuando me acerqué para inyectarle una solución de heparina, su mano me engrilletó la muñeca, movió los labios, sé que no balbucía para mí, sino para esa mirada que todos decían había heredado de mi abuelo, el hombre al que don Alejandro había fusilado en 1939.

18 comentarios:

  1. De la muerte regresó la mirada para ver el reflejo del miedo a morir en el espejo del asesino. Ambas muertes cara a cara, empuñando el cuchillo afilado del odio y el brillo de los ojos de la venganza.

    No quiero caer en obviedades comentando tu espléndido estilo y el magistral manejo de la trama condensada en un desarrollo perfecto.
    Mis más sincera admiración, Felicidad, escribes maravillosamente.
    Un lujo leerte.
    Un fuerte abrazo.

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  2. Marisa, ahondar en la Historia del Silencio, que a su vez engloba muchas historias de silencios, y un buen día, o una mala tarde, ponerle voz, luz, rostro, proyectar la mirada a ese rincón que permaneció oscuro, es una labor que la literatura debe reivindicar permanentemente.
    Marisa, es un lujo para mí leer tu buen blog El espejo de la luna y un lujo que me leas tan asiduamente, que me comentes y tengas esa consideración de lo que escribo.
    Un abrazo

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  3. Hay una parte de tu relato, magnífico por cierto, que me recuerdo inevitablemente a los años que mi padre estuvo enfermo.
    Besos Felicidad.
    (Tienes un nombre precioso)

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  4. Rosalía, siento mucho que alguna parte de la trama te recuerde momentos tristes de tu vida y hayas evocado la enfermedad de tu padre. La ficción, en ocasiones, sólo es realidad deformada o disimulada.
    Gracias por estar ahí cada semana, leerme y dejarme tu comentario.
    Un abrazo muy fuerte

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  5. Felicidad,te agradezco tu comentario,que me ha permitido descubrirte y darme cuenta de la calidad de tus escritos.
    Creo que,has leido muchísimo y además amas la literatura,que mantiene contigo una bella y eterna historia,que a todos nos complica por su magia e inmensidad.
    Ha sido un grato placer leer tu post,palpar con minuciosidad ese tiempo y sus personajes,que se adhieren al alma,induciéndonos a escribir y a mejorar.
    Mi felicitación y mi abrazo inmenso,FELICIDAD.
    M.Jesús

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  6. María Jesús, sé que el libro electrónico y otras tecnologías similares amenzan al mundo del libro, tal y como lo hemos conocido hasta ahora, esperemos que cohabiten y no se excluyan, pero, a su vez, estos medios telemáticos nos permiten, conocer, compartir, aprender de los demás, de los que sentimos esta pasión por la literatura y la creación literaria.
    Gracias por tu amable comentario.
    Un abrazo

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  7. Una historia atrapante. Un trabajo perfecto. Un desenlace encomiable. Un gusto leerte Felicidad.
    Abrazo

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  8. Y Don Alejandro tuvo, en su lecho de muerte, un encuentro con su pasado. El fantasma lo alcanzó en su final ( ojalá en sus ojos viera perdón, yo creo que sí).

    No está demás decirte, estimada Felicidad, lo estupendo de tu relato. Creo que eres una Gran Escritora.

    Un abrazo.

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  9. Que gusto leerte Felicidad, me encantan esas imagenes de "un bigote a modo de toldo", "sus párpados se descorrieron y sus ojos, sembrados de minúsculos riachuelos rojos",son muy visuales, en el sentido de que describes hermosamente la apariencia de los personajes, y así, sentirlos mas cercanos a nosotros.
    Un fuerte abrazo

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  10. Que gusto leerte, todo tu blog es una eminencia!


    Gracias por tu comentario, es para mí todo un honor. Te sigo!

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  11. Millz, intento con las historias que escribo que el lector se implique desde la primera línea, esto no siempre se consigue, así que me alegra que te haya gustado. Es un placer tenerte cada semana por el Café.
    Un abrazo

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  12. Mariela, amiga, confrontar el pasado en el presente, cuando de alguna manera se está en deuda, es una acción de imprevisibles consecuencias, de extrañas reflexiones y de resultado abierto, todo puede ser posible, en la realidad y en la ficción.
    Gracias por tus palabras, son un estímulo.
    Un abrazo

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  13. Taio, Multumesec
    Gracias por entrar y leer este blog.
    Un abrazo

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  14. María, con la construcción de imágenes con la palabra pretendo que el lector se sienta partícipe, que no sea un mero actor pasivo que asiste dsde una ventana al desarrollo de una serie de vicisitudes en las que se ven envueltos otros, sino, más bien, que sea uno más dentro de la escena.
    Es para mi un honor que visites este blog
    Un abrazo

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  15. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ


    COMPARTIENDO ILUSION
    FELICIDAD BATISTA

    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesía...




    ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE CHAPLIN MONOCULO NOMBRE DE LA ROSA, ALBATROS GLADIATOR, ACEBO CUMBRES BORRASCOSAS, ENEMIGO A LAS PUERTAS, CACHORRO, FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER ,CHOCOLATE Y CREPUSCULO 1 Y2.

    José
    Ramón...

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  16. José Ramón, feliz que hayas entrado en mi blog blandiendo poesía, no dudes que aceptaré tu invistación y me pasaré a disfrutar de tu blog.
    Un abrazo

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  17. Lyla, feliz de que pases por mi blog y tengas la intención de continuar entrando en este Café literario. Eres muy bienvenida.
    Una abrazo

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