Alberto colocó cuidadosamente su camisa blanca en una silla, junto a los tejanos que se quitó después. Quemó una a una las hojas de su currículo que tan arduamente repartía a diario desde que, un año atrás, lo despidieron del colegio. Recordó la sonrisa de Alba pocos días antes de recibir la carta que le paró el corazón. Miró el reloj y se tendió sobre la cama. Apagó la luz y esperó en la oscuridad el sonido de las campanas de la iglesia de La Concepción. Contó hasta la novena. La muerte le llegaría en la décima, según le aseguró, aquella mañana, una gitana en la Plaza del Adelantado. Las ramas de las palmeras callaron. La lluvia que babeaba por la boca de las gárgolas de La Laguna cesó. Y sobrevino una negrura sorda. Él se adentró ligero por el viejo túnel de los sueños, pero éstos ya se habían marchado. Ni rastro de voces, de historias absurdas o deseadas, de huidas a cámara lenta, de colores intensos, de gritos en silencio. La muerte, comprendió, era ausencia.
Un
estruendo metálico lo devolvió a la vida, a esa vida prestada que otros le
alquilaban. Corrió a la ventana sin reparar en las radiantes salpicaduras
rojizas del amanecer. Y los vio allí, golpeando con una barra de hierro la puerta de su casa. Venían a desahuciarlo.
Bajó las escaleras y esperó a que irrumpieran. Le mostraron documentos judiciales y le hablaron de sentencias por impago.
Salió a la calle. Los vecinos lo rodearon, lo arroparon. Se dejó llevar hasta
mi casa. Allí permaneció sentado con la mirada perdida en una fotografía en
blanco y negro que colgaba de la pared.
—Irene, me gustaría saber —habló por fin— qué se oculta tras la niebla.
Me acerqué y observé pequeñas luces moteadas en
la imagen.
—Es una calle iluminada—aventuré.
—Puede ser un barco que
navega ahogado por la neblina en el Mar del Norte. —No —insistí—, es una ciudad despertando a la noche. Tal vez solo son velas que arden cubiertas por su propio humo, o antorchas al borde del camino.
—No Irene, deben ser almas errantes que vagan con faroles en la mano.
Me acerqué y aspiré su aroma a naranja y madera húmeda,
—Son amantes furtivos — Y una leve sonrisa se dibujó en su rostro ojeroso y con barba de días.
—Ya debo irme —dijo a última hora de la tarde—. Al parecer a mis cincuenta años tengo una nueva vida y la he de encontrar.
Antes de que llegara a la puerta me coloqué a su lado.
—¿Y si esperas aquí, conmigo, a que la niebla se vaya?
Volvió junto a la fotografía.
—La décima campana no sonó, aún me queda tiempo.
Misteriosa historia. Me ha dejado la belleza de tus frases,( la lluvia babeaba por la boca de las gárgolas) y la intriga de saber quienes eran esos hombres que lo sacaron de su casa: ¿habitantes de sus sueños o figuras reales?
ResponderEliminarMe quedó con esperanza final, esperar hasta que suene la décima campanada. Es siempre una maravilla leerte.
mariarosa
Estimada María Rosa, la realidad de mi país actualmente es dura. Cada vez más familias son desahuciadas de sus casas por no poder hacer frente al pago de las abusivas condiciones de las hipotecas junto a un alto índice de desempleo. El personaje se enfrenta a ese terrible drama. Pero como tú muy bien apuntas la esperanza y el calor humano son una ventana abierta para esta injusta situación.
EliminarGracias por tu lectura y por dejar tus palabras, estimada amiga.
Un gran abrazo
Hola Felicidad,
ResponderEliminar¿Una nueva oportunidad? ¿Un amor tiempo callado?
Tienes la capacidad de dar al texto el tono y el ritmo adecuados.
Desesperación,sueño,lluvia,esperanza;emociones transmitidas con efectividad.
Hermosa historia en un marco tristemente actual.
Saludos.
Antonio, ese amor soterrado emerge en momentos donde para la el personaje todo parece estar perdido.
EliminarEl contexto actual como apuntas es triste pero se hace preciso señalar de alguna manera.
Estimado amigo, agradezco tus palabras amables.
Un fuerte abrazo
Triste historia que por desgracia se nos está haciendo cada día más familiar.
ResponderEliminarCariñoso abrazo Feli.
Pilar, así es, la realidad que nos circunda en nuestro país es triste e injusta. Pero siempre hay un margen importante para la esperanza y en ese aspecto la solidaridad es fundamental.
EliminarUn abrazo muy grande
Una Historia que comienza con la presión en el Alma y termina con un Halo de Esperanza para seguir con las Campanas de la Vida.
ResponderEliminarComo siempre un enorme Relato que desde que se inicia te adentras en él.
Abrazos y besos.
Pedro Luis, la realidad a veces parece irrespirable y plantea retos ciertamente complicados pero está la esperanza sí y sobre todo el apoyo y la solidaridad de los demás.
EliminarGracias poeta por tus palabras.
Un gran abrazo
Una historia donde los sentimientos se entremezclan con la lluvia y las campanas en una noche triste y misteriosa.
ResponderEliminarMe encanto esta historia.
Mi abrazo grande con todo mi afecto.
Betty, me alegra que te haya gustado la historia.
EliminarLa fuerza de los sentimientos tiene mucha importancia en este relato.
Todo mi afecto también para ti Betty.
Un gran abrazo hast el querido México
Ojala las plegarias que en sus pesasdillas rezo este hombre hayan sido oidas...
ResponderEliminarLa niebla es la imagen perfecta de la angustia, parece el ambito ideal para que los ejecutantes con toda su parafernalia, su situacion bien posicionada, sus faros potentes y colmillos afilados cacen a la pobre victima indefensa.
Dura historia que puede ser perfectamente real... le inyectaste gran intensidad dramatica, algunas emociones del protagonista hasta lo desbordan a uno.
Un abrazo grande.
Carol, hay momentos donde la realidad que nos circunda es compleja y cierta niebla parece no difuminarse. Pero el ciclo del tiempo y sobre todo la fuerza humana que no se rinde terminan por cambiar el paisaje.
EliminarGracias amiga por tu lectura y por tu comentario.
Un abrazo my afectuoso
Me llega tintineando tu historia, podemos ser nosotros, cualquiera en ese lugar y con esa pesadumbre de destino alcanzado por el oxido, pero los milagros existen, sino para que esta Dios? un abrazo pensativo querida amiga,
ResponderEliminarCarmen, en mi país son muchas las familias afectadas por esta dramática situación de los desahucios. Pierden sus casas por no poder hacer frente a las hipotecas draconianas y donde se protegen los intereses de los bancos frente a los de los ciudadanos. Y los milagros son necesarios pero sobre todo que cambien las leyes y sean más justas.
EliminarQuerida Carmen, gracias por tu comentario.
Un abrazo grande
Felicidad,tu historia nos conduce a la desesperación de una vida,que espera la muerte en la última campanada...De pronto la realidad es protagonista y perdido y confuso se deja llevar...La vida le conduce al amor...Y es que el amor nos rescata y nos salva de naufragios,fantasmas y desgracias...El amor es la luz que la vida nos deja cada día en la ventana...
ResponderEliminarMi felicitación por tu maestría,que lleva la historia desde la tristeza de un final...al comienzo de una esperanza,compañera y amiga.
Mi abrazo grande y feliz domingo,Felicidad
M.Jesús
María Jesús, en tiempos difíciles marcados claramente por la injusticia, la fuerza que genera el amor es un contrapunto para afrontar retos complejos y mercantilistas. Ese amor también proviene de la unión, la solidaridad, el apoyo a tanta gente que lo está pasando tan mal.
EliminarPoeta admirada, tú lo describes certeramente. Y sí, blandir esperanza es buscar soluciones.
Un gran y fuerte abrazo, amiga
Aunque triste, es muy bello tu relato, Felicidad, y que puede ser la propia realidad, porque los desahucios están a la orden del día, aquí en España, hay tantos suicidios por la desesperación de ser desahuciados de sus casas, por verse sin nada, por haberlo tenido todo y ahora no tener ni siquiera un techo donde cobijarse, es realmente muy duro el no poder tener un trabajo para poder subsistir, incluso no poder comer y que tienen que recurrir a cáritas para poder dar de comer a sus hijos, es realmente muy duro.
ResponderEliminarMe alegra muchísimo volver a leerte, hacía tiempo que no leía uno de tus relatos, me alegra que sigas entre nosotros.
Un beso enorme.
María, sí amiga, la realidad que sacude a nuestro país es ciertamente triste y dura y todo lo que enumeras acontece con gran dramatismo. Pero ante la adversidad es preciso contraponer la esperanza y la voluntad de cambiar y mejorar cuanto nos rodea.
EliminarSí, últimamente no he podido trabajar en el blog como es mi deseo pero sigo estando por aquí y en la medida que las circunstancias me lo vayan permitiendo en los espacios amigos.
Un abrazo grande
Un relato autentico, sacado de la propia vida, la que nos toca vivir. Convertido en arte con la maestría de tu pluma. Consigue producir en mi, un poco de tristeza mezclada con un ápice de esperanza.
ResponderEliminarUn abrazo
Jorge, así es, lamentablemente es un relato extraído de estos tiempos que corren. Una mirada hacia un hecho ciertamente triste pero al que hay que verter dosis de esperanza.
EliminarEstimado amigo el próximo fin de semana tengo previto publicar Tiempo de mar con el privilegio y la fortuna de tu voz. Gracias reiteradas por tu generosidad.
Un abrazo grande
Felicidad, esa última campanada, la décima, la que trae malos presagios, aun no sonó, cabe la esperanza, el aire limpio y cálido que está por llegar...
ResponderEliminarUn hermoso y triste relato, muy acorde con estos tiempos de desalojo, no solo de los espacios físicos, también de los sueños, de los ideales que un día nos movilizaron y que hoy suenan a vacíos. Pero siempre la esperanza, el nuevo día al que nos agarramos, a pesar de las nieblas que también el viento se llevará.
Un gran abrazo,querida amiga.
Querida María, lo bueno de algunos presagios es que la voluntad los puede cambiar, modificar o al menos afrontar. Y, sí, la esperanza no es el último recurso sino la herramienta para luchar por mejorar muchas situaciones.
EliminarMi estimada amiga coincido plenamente contigo en ese desalojo de tantos sueños e ideales que hoy andan huérfanos o desaparecidos.
Un gran y muy afectivo abrazo, amiga
Conmovedor relato, la sombra del desahucio merodea como la muerte al pobre Alberto... recuerdo en Argentina cuando ocurrió lo del corralito, muchas personas morían en las filas de los Bancos, esperando largas horas sin respuesta...todos sus ahorros, esperanzas y sueños perdidos de un plumazo.
ResponderEliminarNos has mostrado la cara cruel de lo que está ocurriendo por esos lares, excelente manera de contarlo, con ésa cuota poética tan bella, hasta las situaciones más límites se embellecen con tu pluma magistral. Como siempre un verdadero placer leerte querida Felicidad.
Un abrazo inmenso.
Adriana, en estos tiempos tan turbulentos en mi país recordamos aquellos días terribles del corralito que vivieron ahí en Argentina. Fueron unos años ciertamente tristes y ciertas similitudes de aquella época parecen querer hacerse presente en este siglo XXI tan azaroso para muchas economías europeas.
EliminarEs una realidad que admite poca poesía pero la que pueda existir hay que sacarla a flote y afrontar con esperanza tanta incertidumbre.
Apreciada amiga, gracias por tu reflexión y por tus palabras.
Un gran y afectuoso abrazo
Felicidad querida:
ResponderEliminarHubo una época en mi país, donde la economía nos tuvo entre las cuerdas. Los despidos y las quiebras eran el motivo recurrido. Cuantos hombres y mujeres quedaron a la expectativa, solo la esperanza les daba la mano.
Es un motivo triste el que has elegido; pero eres una mujer muy sensible que observa con los ojos del alma, y que siente lo que experimentan sus hermanos.
Amiga apreciada y admirada, un fuerte abrazo y mis cariños eternos.
Taty, querida amiga, la realidad que se vive en mi país es complicada y dura. Y sé que en Chile también conocieron tiempos difíciles, ya afortunadamente muy alejados.
EliminarEl relato refiere dos lacras: el desempleo y los desahucios, parecen dos túneles que convergen y sin final a la vista. Para esa travesía, para acortarla y modificarla, es necesaria la esperanza.
Amiga, todo mi agradecimiento pro tus palabras acá en este blog pero también por las de allá en Santiago.
Un abrazo inmenso y muy, muy afectuoso
¿Y si esperas aquí? Me fascina esa frase. Devuelve, al protagonista, a la vida.
ResponderEliminarCincuenta años, momento de cegueras, a veces la niebla es un buen indicio, y mejor aún si hay luces tratando de hacerse ver.http://enfugayremolino.blogspot.com.ar/
Laura, justo, es el momento donde el personaje adquiere conciencia de que está vivo.
EliminarGracias por su lectura y su mirada certera.
Un gran abrazo
Ahhh esas campanas anunciantes. . .retrato puro de una realidad que nos cuesta aceptar. Tu relato amiga muy querida, duele, pero lleva el mensaje de la esperanza superadora. Un deleite poder leerte. Un fuerte abrazo. (siempre estoy)
ResponderEliminarZuni, sí, el realto se centra en una realidad social y económica actual y la esperanza subyace y sobrevive a los malos tiempos.
EliminarEstimada amiga gracias por estar siempre ahí.
Un gran abrazo
Hola, bonita.
ResponderEliminarLa gitana se equivocó y me alegro mucho. A pesar de la situación temenda que estamos viviendo hay plataformas que surgen y en esto, al margen de ideologías políticas, estamos todos a una. Intento ver la realiad con optimismo, con esperanza... Como el protagonista del cuento.
Es una historia tan bien contada que se hace menos dura de lo que es. ¿Qué te voy a decir que ya no sepas?, que me gustan los detalles y los matices de la narración. Que te leo y aprendo. Que eres una crak y ¡ya está!
¡¡Café con churros para tod@s que hoy invito yo!!
Un abrazo y a seguir contando historias y cuentos. que nos encanta.
Besos.
Towanda, pese a la negritud de los acontecimientos, una visión positiva y esperanzadora nos ayuda a ver la realidad con cierta perspectiva y alejarnos de los derrotismos.
EliminarAmiga, qué dispendio invitando a todos pero bueno, el Café Literario se alegra, no por hacer caja sino por tener amigos.
Gracias por tus palabras tan generosas.
Un gran y fuerte abrazo.
Tu relato traspasa las fronteras y llega hasta este sur que puede ser cualquier lugar.
ResponderEliminarMe gustan los amaneceres, sobre todo esos que traen esperanza después de la niebla,
Abrazo.
Gino, a veces aunque el amanecer restalle con todos sus matices una pertinaz e individual niebla parece ocultarlo, a veces solo basta que alguien se acerque y señale al alba con calidez.
EliminarUn abrazo grande hasta el sur querido amigo
Que la decima campanada no llegue, que la negrura de la noche deje paso al sol, a la esperanza y pueda volver a soñar….Sin niebla para poder ver la luz en ese sombrío túnel de la desesperanza.
ResponderEliminarSe entremezcla la tristeza que da paso al amor, es como un soplo de vida que engendra ilusión y le quita un poco de dramatismo a la historia
La fuerza de los sentimientos hace que tanta injusticia se vea compensada con la solidaridad de tantas personas.
Mi admiración siempre, Felicidad. Feliz semana.
Un cálido abrazo
Sneyder, así es, la solidaridad es una de los grades acicates en estos tiempos difíciles. El factor humano frente a la realidad implacable juaga un papel fundamental en esta crisis que parece no tener fin.
EliminarAgradezco mucho tu análisis y comentario certeros y tu enriquecedora visión literaria.
Un gran abrazo
Qué recuerdos, la Concepción y la plaza del Adelantado. Sublime texto querida Felicidad,has tratado varios temas en una historia que transcurre de una forma tan mágica. Un placer leerte, agradecerte también tus amables palabras
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana :)
Isabel, me alegra que el relato te haya traído a La Laguna. La Plaza del Adelantado es uno de mis lugares más queridos de La Laguna.
EliminarGracias por tu presencia en este Café Literario.
Un abrazo grande y cercano
Qué lástima que tu impresionante relato no se quede en una historia de ficción.
ResponderEliminarQué lástima que, cada vez mas personas, lo sufran en sus carnes y esa "nueva vida" no lo sea a petición propia, sino a instancias de un futuro incierto que no eligió nadie para sí mismo.
La décima campanada no llegó para tu protagonista, pero llega a diario para miles de personas, protagonistas de historias trágicas, de esas que aparecen en televisión durante diez segundos y luego pasan a formar parte de las aberrantes estadísticas.
Números. En eso nos están convirtiendo.
Feliz Semana Santa, amiga mía.
Nos vemos en breve.
Besitos.
Belén, sí, es un relato. No deja de ser una mirada a la realidad desde la ficción, o más bien desde la creación literaria.
EliminarConfíemos que el drama humano no sea una cifra más en un recuento de las estadísticas y exista una mayor concienciación de este y otros graves problemas que afectan a tanta gente.
Amiga, te deseo un buen descanso y una feliz Semana Santa.
Un gran abrazo
La estructura neoliberal económica y espiritual basada en el egoísmo extremo y la sobredimensión del culto a la ganancia sin escrúpulos donde la ley del más fuerte, el más listo, y el más bandido es el modelo a seguir, lentamente aplasta sueños, futuros, esperanzas.
ResponderEliminarLa solidaridad, la unión, el respeto y la lucha son la única barrera para parar el ostracismo social y el descaro indolente de las mafias del poder.
En tiempos de crisis donde la consigna sálvese quien pueda como ilusión de tabla de salvación, es cuando el amor aflora y cuando el arte y la poesía deben tomar la palabra para reivindicar lo humano y sentar en su debido sitio al inhumanismo de ese capitalismo salvaje.
Abrazos Escritora!!!
Lentamente me traslado hacia este nuevo blog, dejé una importante edición para artistas en el antiguo que espero te sea de algún provecho!!!
Estimado Aristos, es curioso como en estos tiempos de dramática crisis económica y financiera, de medidas draconianas, de recortes en sanidad, educación, cultura, servicios sociales...de desempleo, desahucios, etc., han surgido grupos, plataformas, actuaciones individuales de solidaridad, de apoyo, de ayuda a los más necesitados, y que nos reconcilian con lo mejor del ser humano. Y sí, amigo, coincido con el hecho de la importancia del arte siempre, pero muy especialmente en estos momentos. Tiene mucho que decir, mucho que expresar, mucho que mirar y contar.
EliminarAristos, me gustaría me indicaras ese nuevo blog que has creado. Gracias
Un fuerte abrazo
Basta con que presiones el nombre Aristos Veyrud que está al frente del anterior comentario y de inmediato te remite al nuevo blog.
ResponderEliminarBesos Felicidad Batista!!!
Aristos,Gracias
EliminarQue tipo eh!
ResponderEliminarSaludos
David
Pd: Hay una novedad en mi antiguo blog de Cine para usar el Cerebro.
David, enhorabuena por la publicación de tu nuevo libro "El amor es como un pan con mantquilla". Me lo descargo de Amazon y ya te comentaré.
EliminarUn fuerte abrazo
Felicidad querida un placer regresar a tu bello sitio!!!
ResponderEliminarMagistral tu relato y de gran profundidad...Aplausos !!!
Abrazos y besos
Raquel Luisa Teppich
Raquel, muy honrada con su presencia en mi espacio literario.
EliminarGracias por sus amables palabras.
Un abrazo grande
¡Qué lindo Felicidad, que no sonase la última campanada... La esperanza es inmensa, aún en el más negro de los túneles... y más en los tiempos que vivimos de crisis, paro, hambre y dolor...!
ResponderEliminarQuiero creer que para todas las personas sumidas en la negrura de sus vidas, tampoco sonará nunca la última campanada.
Mi cariño con alas de esperanzas.
Ángeles, la solidaridad y el apoyo de tantas gente a título individual o colectivamente, ha sido y es fundamental en estos tiempos tan difíciles por los que atraviesa nuestro país y tantos otros.
EliminarEsperemos que las únicas camapanas que suenen sean para enterrar la crisis y sus terribles consecuencias.
Gracias Ángeles por tu comentario.
Un gran abrazo
Conservar la esperanza frente a las crisis, ayuda a sobrellevarlas. Un relato muy conmovedor. Siempre es un lujo leerte. Saludos cordiales-
ResponderEliminarFilial Villa María, gracias por su presencia en el Café Literario y por dejar sus amables palabras.
EliminarUn fuerte abrazo
Me fez lembrar histórias de meu querido Brasil. Não são muito distantes do que nos traz com mais um belíssimo texto. Gracias. Feliz Páscoa!!
ResponderEliminarMeu maior abraço.
Gilson.
Gilson, Felices Pascuas también para ti.
EliminarGracias por tus palabras amables, estimado amigo.
Un abrazo grande hasta el bello Brasil
Mi estimada Escritora Felicidad:
ResponderEliminarDisculpa que llegue tarde a esta edición de tu blog pero, de todas maneras, llego porque mi conciencia no estaría tranquila dejando pasar sin atención tu magnifico trabajo literario.
De principio a fin nos sumerges en una historia en donde, de nuevo, el ser humano es protagonista de todas las vicisitudes a las que puede llevarle un sistema político corrupto, en un asqueroso maridaje con la banqueros no sólo de España sino de la mayoría de los países de este mundo globalizado...Se me ocurre un título para una película o una novela de terror: “El Ser y la noche de los vampiros”.
El protagonista de la historia, Alberto, vive una situación terrible: está en el paro y poco a poco se va hundiendo en la desesperación en donde el único escapísmo posible puede ser la muerte y, es aquí donde aparece el elemento de la superstición encarnado por una gitana que le pronostica a nuestro protagonista el viaje del no retorno cuando el reloj hiciera sonar la décima campanada.
Alberto se siente perdido, sicológicamente abatido, socialmente marginado, como humano pauperizado hasta los huesos...pero la décima campanada no llegó o, quizá, el no la oyó...se durmió que fue algo así como morir una horas para despertar de nuevo al infierno de la realidad...él en el averno empujando, como Sísifo, esa pesada piedra cuesta arriba. Nuestro protagonista es arrojado a la calle sin más miramientos, sin ningún tipo de escrúpulos por los heraldos de la barbarie y, sin embargo, cuando todo parece más oscuro surge la luz de la esperanza y la solidaridad de sus semejantes que le rodean y le acogen como queriéndole decir: no mueras, aún no es tiempo de hacer el largo viaje, todavía es tiempo de vivir. Irene es, entonces, la encarnación de la solidaridad (expresada ésta desde el mismo momento en que lo lleva hasta su casa), la compañera al enfrentar lo abstracto y subjetivo (interpretación de la fotografía en blanco y negro) y la nueva oportunidad de vida para Alberto, es decir, que Irene no es sólo la esperanza y la solidaridad, es también, el amor que de manera repentina surge y renueva a Alberto, el que le hace florecer y llenarle de fuerzas para seguir cuesta arriba, lejos del oscuro túnel de la arrogancia y la hipocresía de un sistema político clasista y perverso.
Te dejo, mi querida amiga, mi abrazo y mi admiración por tu genio artístico!
Estimado Gustavo, primero quiero agradecerte tu presencia en este espacio literario y el interesante y siempre enriquecedor comentario, más bien artículo, que nos dejas. Adquiere, así este espacio literario, una mirada profunda no solo sobre el relato sino sobre su contexto social, histórico y económico.
EliminarMi país, dices bien, y otros más viven sumidos en una crisis financiera cuyo final parece cada vez más alejado. Las consecuencias humanas y sociales son devastadoras. Millones de desempleados, recortes en sanidad, educación, cultura y servicios sociales, pérdida de la vivienda, de derechos sociales tan ardua u duramente conquistados. Pero en medio prevalece en colectivos o a nivel individual una corriente de solidaridad que es capaz de mover conciencias y de encontrar soluciones.
Me siento muy honrada por tu análisis del texto y la profundidad y exahustividad con la que lo abordas.
Gracias amigo y admirado poeta por tu lectura detallada y por tu gran aportación a este blog. Un lujo.
Un gran y cálido abrazo
Esa décima campanada que todos tenemos esperando tras una esquina... Que amarga realidad con la que convivimos a diario y que tú, desde tu exquisita sensibilidad, rodeas de la cercanía de tus palabras.
ResponderEliminarMomentos amargos amiga. Un gran abrazo
La muerte tiene muchas caras y tu amiga tienes un don
ResponderEliminarComo siempre me ha encantado
Hola!! tu blog está genial, me encantaria afiliarlo en mis sitios webs y por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiarnos ambos con mas visitas.
ResponderEliminarme respondes a emitacat@gmail.com
besoss!!
Emilia
Querida Felicidad: me alegro de verte otra vez por aquí. Yo también estuve ausente una temporada. Nada más que tenga un ratillo leeré con atención este relato que tiene tan buena pinta.
ResponderEliminarUn abrazo y felicidades por tu estancia en Chile. Aurora
No puedo decir que me sorprenda tu relato porque ya no me sorprende lo que nos regalas, siempre espero lo mejor y jamás me decepcionas.
ResponderEliminarHay dos formas de tratar un problema tan pavoroso: una, la sensiblería, esa atroz cursilería del oportunismo que acaba poniéndonos babas en la boca y rechazo en el corazón; y la otra, la elegante forma de contar, sin aspavientos, sin florituras, tal cual es la vida en la que las amarguras son lo que son y duelen tanto que en algunos momentos nada puede aliviarlas,ninguna hipocresía; sí la solidaridad con el mismo natural ofrecimiento con que Irene acoge a Alberto y que éste acepta con el mismo natural agradecimiento.
Muchas gracias, Felicidad. Y de nuevo,enhorabuna por todos tus logros, más que merecidos. Un abrazo.